El eslogan de la "Buena Onda", desclasificado por el candidato y ex Presidente, Sebastián Piñera, en las horas previas al evento de campaña realizado en Quinta Normal el martes pasado, no pareció ir de la mano de su áspero discurso, tan lleno de pullas a la administración de Michelle Bachelet como de negros diagnósticos respecto del Chile modelo 2017 en que nos ha tocado vivir.
No por ello, parece haber disminuido el interés por la política. Comenzando por Chile Vamos (Manuel José Ossandón, Felipe Kast y el propio Piñera), la Nueva Mayoría (Ricardo Lagos, Carolina Goic, José Miguel Insulza, Fernando Atria, Alejandro Guillier), el Frente Amplio (Alberto Mayol y Beatriz Sánchez) y los llaneros solitarios, independientes o inclasificables como José Antonio Kast, Alejandro Navarro, Tomás Jocelyn-Holt, Marco Enríquez-Ominami, Nicolás Larraín, Carola Canelo, Franco Parisi, Luis Riveros y Marcel Claude.
La pregunta es, cuánto de sincero hay en las propuestas sobre el futuro de las regiones de este país, históricamente ninguneadas en beneficio de Santiago, la capital del reino, cuyas estructuras y ventajas la hacen cada vez más pesada a los ojos de la ciudadanía.
¿Merecemos un Presidente que trate a la Fértil Provincia de modo similar a la Gran Metrópolis o contentarnos con pequeñas señales de descentralización?
Por ello y para ello hay diversas instancias, como las primarias de cada conglomerado (el domingo 2 de julio para las confirmadas de CHV y la NM) y una eventual consulta ciudadana para el Frente Amplio, que espera sumar al líder de No+AFP, Luis Mesina.
Luego, el 19 de noviembre, vendrá uno de los procesos eleccionarios más importantes del último tiempo, que podría extender la vida útil de la Nueva Mayoría, volver a delegar el poder en la centroderecha o, una tercera opción, que parece haber llegado para instalarse, desafiando a las dos fuerzas basales que moldearon Chile durante los últimos 27 o 28 años y que, al menos por estos días, muestran severos signos de agotamiento.