Del análisis a la propuesta del nuevo plano regulador, destaca un aspecto que considero positivo: la intención por recuperar los bordes de nuestros ríos que se manifiesta con la creación de una zona construible P1 en ambas riberas de los ríos Damas y Rahue. Los bordes quedarían conectados entre sí por calles costaneras abiertas a la ciudad y a sus habitantes, liberando terrenos para invertir con usos de suelo compatibles con parques, servicios y equipamientos en baja densidad. Bienvenidos los parques, las lagunas, los puentes, equipamientos de hotelería , recreación y turismo. Hoy esos terrenos tienen restricción y no se pueden construir por tener un carácter inundable, resultando abandonados. Esto podría cambiar si esta propuesta se aprueba.
Con la tecnología y las leyes de construcción que hoy tiene Chile, los edificios pueden superar las crecidas de ríos, aprovechar mucho más esos bordes, y se pueden imaginar nuevos usos de suelo, mejores condiciones de edificación y subdivisión. Si aprovechamos al máximo esas riberas que la natura nos dio podríamos transformarlas en las zonas más atractivas de la ciudad. Es totalmente posible y mejor aún, potencialmente rentable.
La zona P1 propuesta es positiva, pero es insuficiente porque la propuesta prohibe la vivienda. ¿Por qué prohibirla? Entiendo que viviendas de un piso pueden ser un riesgo en zonas bajas, pero la vivienda en altura es técnicamente segura y factible si se garantiza su acceso y uso a pesar de las crecidas de los ríos, por lo que no debiera prohibirse construir edificios aislados en altura en los bordes de los ríos, y sólo debiera prohibirse la vivienda en los dos primeros pisos.
Todas las ciudades desarrolladas tienen la mejor constructibilidad en los bordes de ríos, lagos o mar. Lo que se debe resguardar es la vista y transparencia hacia la ciudad y hacia el río, por lo que se podrían construir edificios aislados y de gran altura que liberen los primeros pisos al peatón, y prohibirse totalmente los adosamientos y placas continuas para evitar edificios cajones.
Reconocer los ríos y hacer que la ciudad llegue a ellos refuerza la identidad fluvial que Osorno tuvo desde su fundación. Cuando los colonos alemanes instalaron industrias lo hicieron al costado de los ríos, porque sus productos terminados navegaban del Damas al Rahue y por el Rahue al río Bueno, desde el río Bueno al mar y a los puertos chilenos o al mundo. Nuestra economía se movía por nuestros ríos y los productos importados llegaban navegando por ellos.
Esta zona P1 me ilusiona, puede ser la transformación final que Osorno necesita como ciudad de destino.
Raúl Ilharreguy, arquitecto