Incendio; fuego de grandes proporciones que arde de forma fortuita y provoca y destruye lo que no está destinado a quemarse.
Del famoso incendio en Roma el año 64, millones de hectáreas se han quemado. Casi dos mil años después, nuestro país acaba de aportar una importante cuota. Esta vez también fue la mano del hombre; intención, descuido y terrorismo.
El fuego con su paso de terror, dolor y soledad; habla. Nubes de humo espeso mostraron autoridades ineficientes y torpes. El intenso "olor a chamuscado" recordó la inoperancia e indolencia del actual gobierno frente a una catástrofe.
Millones de chispas crepitaban imitando a esos reporteros eufóricos que coqueteando con la emoción humana, hacen de la tragedia una telenovela y pasar "piola" otras noticias como nefastos nombramientos de autoridades cuestionadas, leyes electorales, etcétera.
Llamas histéricas mostraban a jefes, seremis y representantes de gobierno, desdiciéndose, improvisando, prácticamente haciendo el ridículo. De hecho, ellos, con su propia cortina de humo, intentan esconder que el terrorismo está en nuestra tierra, ocultar la ayuda de nuestras fuerzas armadas y despreciar el gran avión donado sin costo.
Llamas fuera de control nos descubrieron una DGAC burocrática y la ausencia de diputados y senadores "donde las papas queman"…
Flamas iracundas mostraron lo desvalido que está el ciudadano, la ausencia del Estado fuera de las grandes ciudades.
Sin embargo, enormes llamas naranjas también dijeron que existía Vilumanque, Santa Olga, Los Aromos, Hualqui, Carahue; pueblitos casi olvidados con chilenos esforzados, decentes y amables.
Un calor sofocante nos recordó lo solidario que somos, desorganizados, pero llenos de amor al prójimo, descontrolados; pero valientes al salvar un perrito. Un fuego fuera de control nos permitió ver a los verdaderos chilenos, los olvidados de siempre con sus héroes anónimos, mártires de bomberos, carabineros y brigadistas, esos hombres y mujeres que llevan a Dios en su vida, bellos y generosos.
Después de esta tragedia imposible no preguntarse ¿Cómo un pueblo sano, honesto, solidario tiene un gobierno así?.
Vivian Arend