Hace pocos días, y con mucha expectación, se conocieron los resultados de la última encuesta CEP. ¿Es lógico concluir liderazgos desde las encuestas? En mi opinión, no, debido a que las encuestas políticas lo que están mostrando es justamente lo contrario. Por un lado, la encuesta CEP incluye una pregunta sobre intención de ir a votar, donde un 46% declaró que lo hará con toda seguridad. Por otro lado, en la última elección presidencial (la primera con voto voluntario) votó un 49%, menos de la mitad de los posibilitados para hacerlo.
Aunque esto podría entenderse como un efecto del descrédito de los políticos, no es así, ya que desde 1989 hasta ahora han votado en promedio un poco más de 7 millones de personas en cada elección presidencial. Claramente el problema es que los políticos no logran encantar al resto de los votantes, el que sí es un problema de liderazgo. En promedio, los que votan son siempre los mismos, por lo cual, sea cual sea el candidato elegido, representará a muy pocos, no pudiendo asumir un real liderazgo nacional.
Adicionalmente, en las encuestas actuales, la intención de voto por los candidatos Ossandón y Piñera es un 4 y 24% respectivamente, mientras que para Lagos y Guillier es un 5 y un 20% respectivamente. Con estos porcentajes, el panorama de liderazgo que nos esbozan las encuestas no ha variado mucho en el año, ni con respecto a la elección anterior, es decir, todos los candidatos siguen sin ser representativos.
La segunda pregunta es si los diferentes candidatos tienen la capacidad de liderazgo que el país necesita. En este caso, independiente de los números que nos muestran las encuestas, entre los cuatro candidatos nombrados anteriormente, al menos tres sí han mostrado esa capacidad en el pasado. Sebastián Piñera por su rol como empresario y su labor como Presidente; Ricardo Lagos, como líder de la concertación, ministro de Estado y Presidente; y finalmente Manuel José Ossandón, en su labor como alcalde de Puente Alto, reelegido en tres períodos consecutivos, y como senador. En el caso de Alejandro Guillier, aunque con números positivos en aprobación e intención de voto, poco se ha visto de su labor senatorial y, actualmente, es el partido que lo designó el que plantea sus ideas de gobierno.
Gobernar no es sólo administrar, ni ser aprobado o caer bien. Es necesario liderazgo para lograr los objetivos país que la gran mayoría busca, es decir, que sea capaz de aunar fuerzas con distintos colores políticos con el fin de crear un país desarrollado, con dignidad y posibilidades para todos. Ojalá los chilenos hayamos aprendido la lección y no votemos por aprobación o simpatía, sino por el líder que Chile necesita.
David Kimber, profesor de la Universidad de Los Andes,
PhD (C) en Comunicación de la Universidad de Navarra