En pleno proceso de admisión a las universidades adscritas al Sistema Único de Admisión, las cuentas son alegres: un número importante de alumnos podría tener acceso a la gratuidad (38%) y en las postulaciones más de cien mil alumnos fueron seleccionados. Sin duda que estos datos son muy positivos para el país.
Lo lamentable es iniciar el año 2017 con un conflicto más bien generado desde el G9 (universidades privadas del Consejo de Rectores) con las universidades del Consorcio de Universidades Estatales. Si bien el compromiso con lo público es transversal con lo que hoy se llama la "función pública" o "vocación pública", sólo las universidades estatales son públicas, ya que su estructura es de propiedad del Estado y participan activamente de las políticas públicas sin sesgos ideológicos o compromisos religiosos o de grupos económicos.
Pero la disputa no termina aquí. El G9 está molesto y sin duda sus argumentos no los comparto, como tampoco desconozco su gran aporte al desarrollo del país. El Aporte Fiscal Indirecto que se entregaba a los alumnos con mejores puntajes en la PSU, a la luz de los estudios e innumerables análisis, ha sido una política inequitativa que ha terminado beneficiando a universidades por medio de los alumnos que capta que provienen de colegios privados y de los sectores más acomodados de Chile, en desmedro de los buenos alumnos de colegios que optan por quedarse en regiones, como lo evidencia el puntaje de ranking de notas.
También estas últimas semanas, a raíz de un video catalogado como "polémico" publicado por las universidades estatales, que busca llamar la atención sobre los gastos del Estado en el CAE versus la inversión en gratuidad y como la banca participa de este gran negocio, ha generado tensión sin valorar el llamado a desmercantilizar la educación superior. Estos aspectos que indico son regresivos, ya que hoy más que nunca se requieren transformaciones profundas al sistema de educación superior.
Más allá de las polémicas y las disputas, las universidades estatales apoyamos la implementación de una reforma a la educación superior porque son cruciales cambios profundos al sistema. Chile requiere de un marco regulatorio claro que elimine realmente el lucro, que fije estructuras que velen por la calidad del sistema y por el desarrollo del país. Chile requiere con urgencia un decidido apoyo a las universidades regionales que aportan en la formación de jóvenes, en ciencia y tecnología y en resolver las problemáticas atingentes a sus territorios.
Óscar Garrido Álvarez, rector
de la Universidad de Los Lagos