En la actualidad, 8 de cada 10 chilenos tienen problemas de salud odontológica, y 7 de cada 10 no tienen forma de resolver esos problemas. Existe acuerdo en que la salud bucal de los chilenos y chilenas debe ser una prioridad del Estado. Sin embargo, y a pesar de los diversos programas que se han desarrollado en este sentido, tenemos todavía un trecho demasiado amplio por recorrer.
Recientemente, preparamos y aprobamos en el Senado un proyecto de acuerdo con respaldo transversal, en el que solicitamos al Gobierno analizar la implementación de una Dirección Nacional de Odontología, que cuente con los recursos suficientes para responder a las necesidades reales tanto en materia de control como de prevención de la salud bucal de la población, especialmente allí en los grupos más desposeídos, que son los que menos acceso tienen a una atención oportuna y de calidad.
Cuando decidí estudiar Odontología lo hice pensando en que se trataba de una profesión hermosa y exigente, que me permitiría no sólo un amplio desarrollo profesional, sino también la oportunidad de servir a la comunidad. Eran, por cierto, tiempos distintos a los actuales, en los que el servicio público era una aspiración generalizada entre los estudiantes y los profesionales jóvenes que tenían la posibilidad de formarse en alguna de las pocas escuelas de odontología del país. Hoy son muchas más las posibilidades de acceder a una formación profesional, hay escuelas de odontología en la mayoría de las regiones del país y el número de profesionales egresados de ellas debería ser más que suficiente para cubrir las necesidades del país.
Esta nueva realidad trae consigo también nuevos desafíos. Es necesario establecer los incentivos adecuados para que los jóvenes profesionales dediquen cuando menos parte de su tiempo de trabajo al sector público. Asimismo, debemos avanzar en asegurar que esos jóvenes que se suman a la profesión sean formados en la excelencia.
Se ha planteado la necesidad de contar con un examen único nacional para los cirujano-dentistas similar al que se aplica a los médicos, que garantice así determinados niveles de calidad. La odontología no puede seguir siendo el pariente pobre de la medicina en la salud pública. Y tampoco puede convertirse en un privilegio al que sólo puedan acceder los deciles más acomodados de la sociedad chilena.
Rabindranath Quinteros Lara, senador por Los Lagos