No es por pelar, pero esta repentina preocupación de las actuales autoridades por cuidar el comportamiento sexual de los alumnos en edad del pavo, asombra. Justo antes de unas elecciones y con un tema tan sensible como son las relaciones sexuales y sus consecuencias. Como se sabe, este primitivo acto reproductivo; ridículo y necesario sólo embellecido por el amor, aún sigue causando incomodidad entre las partes.
En fin, ¿no son estas mismas autoridades las que aprueban la repartija de condones en las playas, hacen la vista gorda frente a programas de televisión diurnos que son verdaderas clases de malas costumbres, celebran el empiluchamiento masivo para fotógrafos patéticos y a quienes pensamos distinto nos tratan de pacatos y a los seguidores de estas modernas costumbres los aplauden?
¿Cuál es la idea? ¿Contarle el cuento de la abejita y la semillita?
A esos mismos niños que después de ver televisión o pasar por el quiosco de la esquina (verdaderos centros de pornografía-couché) ahora le quieren entregar un librito con instructivos; la panacea en cien preguntas. Para qué nos hacemos los lesos, a estas alturas son los propios niños quienes podrían darnos clases de sexualidad, como usar un condón y/o relacionarnos sexualmente.
¿Y? Y aquí estamos los pacatos, echando de menos las clases de religión en el colegio, a mamás en casa conversando con sus hijos y no delegando responsabilidades, a papás disciplinando más que cambiando pañales, a autoridades gobernando y no enseñando a usar adminículos de látex o repartiendo folletos de papel como si no existiera Internet con su tracalá de información instantánea…
Y ahí están los liberales padres pasándole el bulto al colegio, el colegio tirándole la papa caliente al gobierno de turno y el gobierno de hoy saturando de campañas sin resultado porque no apuntan a la causa: el hombre, este mamífero de Armani y Chanel, celular y fastuosas autopistas, pero que aún no sabe para dónde va la micro. Más que cien preguntas, para una sana sexualidad se necesitan cientos de miles de padres responsables y autoridades que protejan a la familia… ¿O no? En fin…
Vivian Arend