Episodios críticos de contaminación
Este año, el del debut del PDA de Osorno, hubo más días con emergencia y preemergencia ambiental que en 2015. Para el próximo año hay que revisar la utilidad de los tres polígonos e incrementar los canales de comunicación hacia la comunidad.
Concluida el viernes pasado la primera temporada de la Gestión de Episodios Críticos que entró en vigencia el 1 de abril con la implementación del Plan de Descontaminación Atmosférica (PDA) de Osorno, el balance de jornadas de emergencia y preemergencia ambiental con relación a las que se experimentaron en 2015 es francamente desalentador. Si el año pasado hubo sólo un día con la declaración de emergencia y 18 con preemergencia, entre abril y el 30 de septiembre de 2016 esa cifra se elevó a 18 y 29, respectivamente, superando en más del doble los días en que los osorninos se tuvieron que enfrentar a muy malos índices de calidad del aire.
Es cierto que este año las condiciones climáticas que imperaron en el sur de Chile conspiraron en contra de una mejor condición del aire en las ciudades declaradas como zona saturada. La falta de precipitaciones y de ventilación que ha habido en 2016 son factores que han impedido la dispersión de las partículas contaminantes; no obstante, es bien sabido que la actual situación climática ya no es una excepción, sino una realidad con la que el país tendrá que convivir de aquí en adelante. Así, el elemento "anómalo" que podría esgrimirse para explicar el alto número de episodios críticos de contaminación debe considerarse ahora como una constante, lo que tensiona aún más los objetivos y medidas contempladas en un PDA que aspira a reducir drásticamente la contaminación del aire en el plazo de una década.
Como es difícil incidir en el cambio climático, es necesario ir evaluando periódicamente las acciones del plan de descontaminación y el ritmo impuesto a la inyección de recursos para el recambio de estufas, el subsidio de aislación térmica y la diversificación de la matriz energética que se usa para la calefacción hogareña. Además, se requiere incrementar los canales de comunicación hacia los vecinos (demandado por los propios dirigentes sociales) y, muy en particular, revisar exhaustivamente la utilidad de la división de la ciudad en polígonos, que más que ayudar a la gestión anticontaminación, sólo ha logrado confundir a la comunidad.