¿De qué estamos chatos los chilenos?
La expresión "estar chatos" en nuestro país significa estar harto de algo. Representa la reacción ante un malestar sistemático y extendido que afecta diariamente nuestra vida cotidiana.
¿Estamos chatos los chilenos? ¿Cuán chatos? ¿Qué es lo que realmente nos molesta?
De acuerdo a los resultados que arroja Chilescopio 2016, investigación a nivel nacional sobre tendencias de estilo de vida y consumo de los chilenos que realiza la consultora que lidero, efectivamente los chilenos estamos muy chatos y, lo que es peor, cada vez más chatos. Para reflejar esto, sólo algunos datos:
• La felicidad con la vida baja respecto del año pasado: de un 66% de personas que se declaraban felices en el 2014 y 2015, llegamos a un 59% en el 2016.
• La satisfacción con la forma de ser de los chilenos y la sociedad en general es muy baja: 35% en ambos aspectos.
• El porcentaje de chilenos que declara estar satisfecho con el país alcanza sólo un 25%. En el 2013, 2014 y 2015 esta cifra fue de 60%, 42% y 35%, respectivamente.
Y si analizamos las fuentes del malestar chileno, ¡nos encontramos con cerca de 20 categorías de razones distintas! Es decir, es un malestar que se extiende a muchos ámbitos de la vida, entre los que destacan los conflictos de convivencia con los otros, desconfianza de las instituciones (particularmente las políticas), enfrentarse a situaciones de desigualdad, incertidumbre económica y falta de acceso y/o atropello de derechos.
Pero, ¿qué hay detrás de estas expresiones de malestar? Creemos que el malestar chileno se explica por la incapacidad del sistema social de satisfacer una serie de aspiraciones que están a la base de la forma en que hemos configurado nuestras estrategias de vida. Y en ese espacio se reconocen 3 grandes capas de aspiraciones: la aspiración a las certezas en la vida, proveniente de nuestro deseo histórico de orden, la aspiración al autocontrol de mi vida, proveniente de la cultura individualista instalada por la ideología neoliberal en nuestro país, y la aspiración a la simetría en las relaciones, proveniente de la ideología igualitaria desarrollada desde el advenimiento de la democracia.
En el fondo, estamos chatos de no tener certezas (o de haberlas perdido), de no poder autodeterminarme (y sentirme un determinado) y de no ser objeto de relaciones horizontales (y sentirme un abusado o usado).
Desarrollar un sistema social que satisfaga de mejor forma estas aspiraciones profundas es el desafío. Esto implica ir más allá de los reclamos y entender la fuente profunda del malestar chileno.
Patricio Polizzi