El juego del miedo: desmayarse en el cine
La película "Raw" hizo que los espectadores vomitaran y se desvanecieran en el Festival de Toronto, despertando así un viejo objetivo del cine: la adhesión corporal al ritual del horror.
Lograr que el público se desmaye en medio de una función es un objetivo tan buscado como sacar aplausos. La realizadora francesa Julia Ducournau alcanzó ese viejo anhelo el martes pasado durante el estreno mundial de "Raw" en el Festival de Cine de Toronto. La historia de una joven vegetariana que se vuelve caníbal provocó vómitos y decaimientos colectivos, al punto que la organización tuvo que disponer de ambulancias.
¿Hay mejor gancho promocional que ese? En el año 1959 el productor y director William Castle estacionó ambulancias afuera de las funciones de "Escalofrío" ("The Tingler") con el fin de acaparar portadas en los diarios locales y multiplicar la venta de entradas. Contrató además a un grupo de personas para que gritaran y fingieran desmayos. La estrategia era brillante, pero se desmoronaba cuando la audiencia enfrentaba la película: una artificial e inofensiva muestra de terror/ciencia ficción protagonizada por el sobreactuado Vincent Price.
Hasta ese momento, había pocos casos de incidentes en películas. En 1931, "Drácula" logró que algunas "damas fuesen acarreadas afuera del teatro tras desmayarse" (según la periodista Joan Acocella) y, en 1960, "Psicosis" tuvo sus propias víctimas. Pero el mayor efecto en el público de la pesadilla que tiene a Norman Bates como núcleo fue, digamos, higiénico: mucha gente dejó de ducharse luego de apreciar la escena más emblemática del film. Un padre preocupado por la limpieza de su hija llegó incluso a escribirle a Alfred Hitchcock, quien le respondió "llévela a la lavandería".
Sin embargo, con los años -y gracias a las bondades tecnológicas- el cine fue perfeccionándose en la construcción de pesadillas. En 1973, "El Exorcista" gatilló desmayos, vómitos, llantos y paranoias. En un foro de internet dedicado a la cinta, un enfermero que trabajaba en un hospital estadounidense en la época cuenta: "Recibimos a muchos pacientes aquejados por fuertes dolores de cabeza. Otros aseguraban que escuchaban voces y que estaban poseídos. Uno se lanzó por las escaleras. Hasta ese momento no creo que el tema de las posesiones demoniacas haya estado en el ojo público".
Desde entonces el terror más efectista adoptaría el caso de "El Exorcista" como modelo a seguir. Ofertas más recientes como "El juego del miedo III", "Grace" y "The tribe" contarían con sus propios desmayados.
Pero la reacción física no es exclusiva del terror. El vómito de la mujer de un productor de la Warner Bros. durante un visionado de "Performance" -la alucinante y subvalorada película que protagonizó Mick Jagger en 1970- precipitó su fracaso. Por su parte, desde su cetro trash, el gran John Waters (bautizado por William Burroughs como "el obispo de la basura") manifestaba que su principal objetivo era que el público vomitara en sus películas.
En este juego de provocaciones, afortunadamente el cine no ha contado cadáveres. Uno de los pocos casos es el del escritor Boris Vian, quien murió de un ataque cardíaco en medio de la proyección de "Escupiré sobre vuestras tumbas", basada en su novela homónima. Pero ese es otro tema: las consecuencias siniestras del mal cine.
Garance Marillier es la protagonista de "raw", película sobre canibalismo.
en resumen
Julia Ducournau es francesa, tiene 32 años, es guinosta y directora de cine, y "Raw" es su primer largometraje. Antes dirigió el cortometraje "Junior" (2011) y el telefilm "Mange" (2012).
Por Andrés Nazarala R
Wild Bunch