Víctima de sucesivos robos en su local de calle Cochrane, el comerciante osornino Nelson Briones anunció a través de las páginas de este diario que procederá a cerrar su tienda porque hasta la fecha, además de la natural sensación de inseguridad en que ha quedado sumido, no ha habido ningún avance concreto para atrapar con los delincuentes. El primer hecho se produjo el 27 de mayo de este año, cuando un grupo no identificado aún ingresó a la fuerza a la Librería, Confitería y Casa de Cambio Maikat, llevándose un botín de 10 millones de pesos en moneda nacional y extranjera. El segundo delito se registró el 23 de agosto, pero en esta ocasión se trató de un asalto derechamente tal, pues dos forajidos lo intimidaron y ataron de manos para robar más de un millón y medio de pesos.
Aunque Osorno es una ciudad relativamente tranquila, si es que se consideran sus índices concretas de robos, asaltos y victimización en el cuadro comparativo nacional, el episodio sufrido por el citado comerciante debería obligar a las autoridades, pero sobre todo al Ministerio Público y a las policías, para actuar con prontitud y lograr la identificación, detención y sanción a los responsables. Por estos días, a propósito de este capítulo y de la denuncia de mayor inseguridad en el Terminal de Buses de la ciudad, han surgido versiones oficiales acerca de la seguridad que hay en la ciudad y la disminución de denuncias, cuando lo que debería primar es atender las sensaciones que se están instalando en la comunidad.
En este sentido, antes que el comerciante hubiera llegado a la determinación de cerrar, tanto la Fiscalía como Carabineros deberían haber dado señales de legítima preocupación por el caso, asegurando que las gestiones policiales iban por buen camino y que pronto habría noticias acerca de la detención de los autores. Si había una doble víctima de delitos en el centro, y en un período de menos de tres meses, tendría que haberse activado algún protocolo especial para, primero, brindar contención, y luego para agilizar las pesquisas policiales.
Para que Osorno continúe consolidándose como una ciudad de buena calidad de vida es menester prestar atención a las sensaciones de inseguridad que están aflorando.