Durante su primer gobierno la Presidenta Michelle Bachelet marcó una aprobación ciudadana superior al 80% en las encuestas, logrando una gran sintonía personal con la población. El indicador de "ser querida por los chilenos" llegó a un inédito 95% a fines de 2009, meses antes de entregar el mando. Era prácticamente unánime, por lo que no había precedentes de niveles semejantes de afecto a una figura presidencial y política.

En el respaldo a la mandataria había una fuerte incidencia de la forma cómo manejó el área económica, que era lo mejor evaluado, y su preocupación por los programas sociales destinados a hacer frente a la pobreza y la desigualdad social, financiados con un importante ahorro fiscal que se acumuló en los años anteriores. Su liderazgo no descansó en el esquema político tradicional, sino personal, basado en una buena conexión y comunicación.

Ahora la situación es muy distinta. La devastadora encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) dada a conocer hace unos días sepultó aún más a la clase política, pero abrió nuevas interrogantes sobre el futuro próximo del país, al extremo de que el ex Presidente Ricardo Lagos dice que -descontado el golpe militar- se está viviendo la peor crisis política de la historia. La aprobación a la mandataria descendió a un 15%, la más baja de un Presidente desde que se hacen estas mediciones tras el regreso de la democracia, lo que la lleva a figurar en el último lugar de los jefes de Estado de Latinoamérica.

Si hoy los principales temas de preocupación de los ciudadanos -según los sondeos- son la delincuencia, con la ola de asaltos y robos, la salud, la corrupción, la educación, las remuneraciones, el empleo y la pobreza, tal vez la ciudadanía estima que no son tópicos que se hayan abordado y resuelto, y que la agenda -probablemente- se ha movido más por el área política.

El desencanto con el Gobierno y la clase política en general resulta evidente considerando que en el mencionado sondeo (llamado por los expertos como "la madre de todas las encuestas"), ante la pregunta ¿Quién le gustaría que fuera el próximo Presidente de Chile?, el 62% responde que no sabe o no contesta. En consecuencia, nadie puede celebrar, sino más bien debe ser considerado como un potente estímulo para analizar qué se está haciendo mal.

En vísperas del comienzo de las campañas electorales municipales 2016, y de las actividades a las que estos candidatos y candidatas están siendo invitados e invitadas (a propósito de la Ley 18.700, que menciona que deben ser considerados a la hora de hacer las actividades), hay diversas opiniones al respecto, pero hay consenso de que es una gran oportunidad para compartir con los vecinos, conocer a los dirigentes y a la ciudadanía en general, sus necesidades, y generar una campaña justa.

Desde esta perspectiva, y esperando que en esta carrera la campaña no se preste para oportunismo político, peleas de partidos, codazos por quién sale en la foto, y sobre todo por el tiempo de desconfianza en el que nos encontramos, ansiamos que esta etapa permita la co-construcción de una visión de ciudad más humana, donde el centro sean las personas, y no se convierta simplemente en la búsqueda de un voto, sino en una instancia para conocer cada rincón de las comunas y su gente.

Candidatos y candidatas, queremos invitarlos a otro tipo de actividades, donde personas se están jugando la vida por cambiar su futuro y el de sus vecinos, queremos invitarlos a conocer las problemáticas que implican vivir en un campamento. Queremos desafiarlos a poner los pies en el barro, a escuchar las historias de vida de las más de 700 familias que viven en campamentos de Osorno.

Queremos que sientan la pobreza, que conozcan los rostros de cada integrante del territorio, que se empapen de sus sueños y de las luchas diarias por la dignidad y la justicia, queremos invitarlos a que conozcan su trabajo, sus logros y fracasos, queremos que se involucren y se indignen, porque no podemos seguir permitiendo que familias sean vulneradas en sus derechos.

Los invitamos a sumarse al trabajo que realizan los dirigentes desde la organización territorial, transformando juntos la cara de Osorno, construyendo una ciudad de la que todos se sientan parte, un Osorno integrado e inclusivo.

La invitación es franca y sincera; queremos terminar con los campamentos, y estamos dispuestos a seguir trabajando duro, poniendo todas nuestras herramientas a disposición, sin olvidar que la transformación depende de todos. En Techo, con los dirigentes y jóvenes voluntarios, tenemos una meta clara, ahora queremos saber: ¿cuáles son sus propuestas para terminar con los campamentos?

Giovanna Moreira Almonacid, directora regional de Techo