Órdenes viven sus últimos años en las misiones por falta de religiosos
TENDENCIA. Al igual como sucedió en junio con las Hermanitas de los Pobres, que dejaron el Hogar de Ancianos Santa María, las congregaciones de los Capuchinos, Penitentes y los Vicentinos están a punto de abandonar para siempre las misiones de San Juan, Quilacahuín y Rahue, que administraron desde hace siglos. La avanzada edad de los hermanos es un factor para esta resolución.
Apunto de cumplir los 90 años, el hermano Jacobus Wolfs de Bruijn (o Jaime como es más conocido), se mueve con esfuerzo desde su dormitorio al cuarto de visitas. Alto como debió ser en su juventud, al acercarse a las nueve décadas este miembro de la congregación de Hermanos Penitentes de San Francisco, camina agachado sobre un bastón en el que parece cargar todo el peso de su cuerpo.
Pese a todas las dificultades físicas que presenta a su edad, la pasión por el trabajo que ha realizado con la comunidad circundante a Rahue desde la década del '60, cuando llegó desde Holanda, le sigue apasionando.
Eso sí, reconoce que como congregación religiosa se encuentran a punto de desaparecer debido a la poca vocación que existe hoy en día en el mundo en general, pero también por la alta edad de los pocos miembros que quedan aún en la zona de Osorno, donde hay sólo dos.
El problema también afecta a otras órdenes religiosas de Osorno, sobre todo a aquellas ubicadas en las áreas rurales de la provincia. Algunas de ellas llevan hasta más de cuatro siglos y medio entregando no sólo el mensaje religioso, sino también educación y salud.
Fue precisamente la falta de voluntarias y la alta edad de las religiosas, lo que obligó a las Hermanitas de los Pobres a dejar definitivamente en junio pasado el cuidado del Hogar de Ancianos Santa María de Osorno, en el cual estaban desde 1996. En su reemplazo llegaron las Carmelitas Descalzas de México.
Desde holanda
El padre Adrián de Vet ya cuenta con 76 años y el padre Teóforo de Jeu tiene 83.
Venidos ambos desde Holanda, se conocen desde que integraban en la juventud el seminario de los Hermanos Menores Franciscanos Capuchinos. De Vet está a cargo de la Misión San Juan, ubicada a casi 70 kilómetros de Osorno; en tanto el hermano Teóforo está en la capilla de Cuinco, también en San Juan de la Costa.
Ambos son los últimos hermanos Capuchinos que residen en la costa de Osorno y tal como lo dice De Vet -un hombre bastante delgado, pero de convicciones fuertes que hace sentir- cuando finalmente ambos dejen la zona, lo más seguro es que nadie más de su orden ocupará sus lugares y de esta manera se terminará poco más de 450 años de presencia capuchina en la costa, ya que en ese momento le tocará a la diócesis de Osorno determinar quiénes serán sus eventuales reemplazantes.
Casi haciendo el símil con una ciudad de grandes proporciones, la Misión San Juan pareció atraer con fuerza y con el paso del tiempo a su órbita a hogares, comercio, caminos y la "civilización" en una zona que hace cinco décadas se encontraba totalmente aislada, incluso Osorno.
Eso, porque desde los años '60 la misión ya comenzaba a contar con un centro asistencial de salud, una escuela (ahora liceo) y con una iglesia de grandes proporciones hecha de pura madera de la zona, donde cientos de fieles llegan a rezar, reciben sus sacramentos y asisten a misa.
Según el religioso, el compromiso tomado por los mismos Capuchinos al momento de llegar a evangelizar la zona en el siglo pasado, era además de traer junto a ellos la religión, también educar y entregar salud a los lugareños.
De Vet reconoce que cuando partió de su natal Holanda en 1969, tenía varios destinos para elegir y entre ellos se encontraban lugares tan distantes de Europa como Indonesia, Tanzania o Chile. Escogió este último porque, según sus conocimientos personales, era el país que más podía parecerse a su país, debido a que contaba con una cultura occidental.
Sin embargo, el religioso entiende perfectamente que en la actualidad el mundo está pasando por una crisis que así como afecta a la política y a la economía, también toca a la religión y entrega pocas vocaciones.
Por ello, desde hace 18 años intuyó lo que iba a suceder con su orden en San Juan de la Costa.
"Desde 1998 realizamos los trámites para que una fundación -denominada Misiones de la Costa- se hiciera cargo de todo lo que hay aquí, pues sabíamos que como Capuchinos algún día tendríamos que decir adiós y ese día está cerca", señala asumido, mientras en sus manos se aferra fuertemente a una especie de folleto que lleva impreso el rostro de monseñor Francisco Valdés, el primer capuchino que hizo las gestiones necesarias durante el siglo pasado para traer tanto al hermano Adrián como al hermano Teóforo hacia el fin del mundo.
Funciones
El hermano Polo, como le dicen en Quilacahuín, es uno de los dos hermanos Misioneros Vicentinos que hay en el sector rural de San Pablo, colindante con el río Rahue, el cual se observa perfectamente desde la altura en la que está construida la misión que bien podría pasar por una ciudadela de la Edad Media, emplazada en una colina desde la cual se domina todo el campo colindante (aspecto que fue considerado al momento de levantar las misiones, principalmente por seguridad).
Con múltiples trabajos por hacer, su compañero -el hermano Cristian- no se encuentra presente en la misión.
"Nos dividimos las tareas, el hermano Cristian se encarga de las labores parroquiales y yo más que nada, las administrativas", dice este religioso de origen chileno, de 56 años.
Tal como lo explica, desde hace seis años ambos trabajan en la Misión de Quilacahuín luego de que la diócesis de Osorno dejara la administración y que antes de ellos, la tenían a cargo otras órdenes religiosas como los Capuchinos o los Penitentes, venidos desde Italia u Holanda, quienes siempre se dedicaron a la salud, la agricultora, pero también a la vocación pastoral y a la educación.
Para el hermano Polo, lo que se vive hoy en día en las congregaciones, con la falta de voluntarios, es un mal generalizado, pues ya no existen reemplazantes o un mayor número de vocaciones que aporten o generen nuevas generaciones de religiosos.
"Son los nuevos tiempos que vivimos, donde las motivaciones son diferentes y los jóvenes muestran nuevos intereses. Ya casi no les llama la atención la vocación religiosa", advierte.
Explica que la simbiosis entre la misión y los habitantes del lugar se dio con la condición de que los hermanos trajeran consigo también la educación y la salud, lo que se cumplió con un hospital que luego pasó a manos del Estado, lo mismo que la educación, donde el Colegio Quilacahuín alberga a cientos de alumnos, "y esas tres cosas se mantienen hasta el día de hoy".
Dentro de la misión viven 7 familias, donde cada una cumple una función específica e incluso hay una panadería. El hermano Polo explica que se extrañan los tiempos donde las actividades del lugar estaban a cargo de los mismos religiosos, los cuales con el tiempo se fueron reduciendo.
Los últimos
De carácter afable, el hermano Jaime dice que llegó a Chile el año 1967, por lo que expresa sentirse más chileno que holandés, aduciendo al respecto que la gente de aquí es más cercana a lo que puede sentirse en Holanda.
Sin embargo, en su rostro se refleja el pesar de saber que junto a otro de sus hermanos -del que no puede recordar su nombre en el momento- son los últimos Hermanos Penitentes de San Francisco de Asís presentes en la zona y, por lo tanto, los últimos que podrán quedar en la Misión de Rahue, fundada en 1858 en la en la orilla sur del río Rahue, a 3 kilómetros de Osorno, en la ruta U-22.
Por lo mismo, al despedirse el hermano Jaime, se apura en manifestar antes de cerrar la puerta de su hogar y en un castellano muy bien aprendido: "¿sabe?, llevamos 300 años aquí, pero parece que vamos a ser los últimos".
Desde el Obispado de Osorno, en tanto, no especificaron cuáles podrían ser las congregaciones continuadoras en cada una de las misiones o bien las entidades que se harán cargo cuando finalmente ocurra lo que sucedió en el Hogar de Ancianos Santa María.
Sólo destacaron la importancia de contar con las diferentes congregaciones religiosas en la provincia, "quienes desde hace muchos años han estado contribuyendo con abnegado espíritu misionero para dar a conocer a Jesús y sus enseñanzas, apoyando a la comunidad en una vida fraterna, preocupándose de servir a los más pobres y necesitados, en diversos lugares y obras", aseveró el obispo Juan Barros.
450 años aproximadamente está presente en la zona la congregación los Hermanos Menores Franciscanos Capuchinos.
89 años de edad tiene el hermano Jacobus Wolfs de Bruijn (o Jaime como es más conocido), quien trabaja desde 1967 en la Misión de Rahue, ubicada desde en la ruta U-22.
2 sacerdotes por cada congregación se encuentran en las misiones de San Juan de la Costa,Quilacahuín y Rahue actualmente.