Después de la polémica que generó el senador Guido Girardi (PPD) con su propuesta de prohibir la utilización de leña no sólo en Santiago, sino que en todo el sur del país, el investigador Nicolás Schiappacasse, académico de la Universidad Católica de Temuco y con una larga trayectoria en materias de calidad del aire, ha venido a poner paños fríos al debate y revalorizar en su justa medida los atributos de la principal fuente de energía calórica a la que recurren los hogares osorninos y de las restantes ciudades en las que las bajas temperaturas azotan durante el invierno. A decir del experto, la leña está cargando injustamente con el "estigma de ser la principal causa de contaminación", apuntando sus dardos a las deficientes normas de calidad de las viviendas en el país que han devenido con el tiempo en un uso ineficiente de la combustión que se genera en las estufas.
En palabras simples, las casas del sur de Chile, salvo contadísimas excepciones, pierden el calor que generan los calefactores no sólo de leña, sino que cualquier otro, sean de parafina, de electricidad o de gas, por nombrar algunas fuentes. Los números que Schiappacasse ha entregado en una entrevista a El Austral de Osorno son decidores: mientras en Alemania se gastan 50 kw/hora para temperar una vivienda, en Chile esa cifra se incrementa a 200 kw/hora, principalmente por la inexistente aislación térmica. Así, en Osorno o en cualquier otra ciudad, una familia termina consumiendo mucho más leña que lo razonable para poder generar calor en su hogar; y si esa leña es húmeda, que es el otro gran problema, la columna de humo saliendo del cañón será inevitable.
Las propuestas de Girardi y de cualquier otro parelamentario interesado legítimamente en liquidar la contaminación del aire en el sur deberían pasar, además de contar con información de calidad, en exigir al Gobierno, por ejemplo, que acelere el programa de subsidios de aislación térmica que se impulsa desde el Ministerio de Vivienda. Está claro que el ritmo impuesto en el Plan de Descontaminación Atmosférica (PDA) no es suficiente para atacar la urgencia del problema. Allí, junto con declarar a la leña como combustible, deberían estar las energías.