Durante los últimos días, circuló profusamente en las redes sociales una información anónima que aseguraba que el recién pasado 1 de julio se aprobaría un proyecto de ley que disminuía las pensiones y aumentaba la edad de jubilación de hombres y mujeres en el país.
Nada de ello ocurrió, porque tal proyecto nunca ha existido. Y si bien las redes sociales suelen contribuir a difundir información relevante y de utilidad en tiempo real y sin censura alguna, en este caso quedó demostrado que ese inmenso poder también puede contribuir a desinformar y generar un clima de malestar ante un hecho ficticio.
La realidad, sin embargo, es distinta.
En materia previsional, el Congreso trabaja por estos días en el análisis de dos proyectos: el que crea una AFP estatal, con la que se espera inyectar competencia al sistema; y el que permite a las AFP invertir en activos alternativos, para dar mayor rentabilidad a los fondos de pensiones. El Gobierno, en tanto, está analizando los resultados del trabajo de la comisión asesora presidencial sobre el sistema de pensiones, con los que se definirá una hoja de ruta para introducir reformas en el cuestionado sistema de AFP.
Respecto de la reducción del dinero que reciben los jubilados, es la Superintendencia de Pensiones la que, cada cinco años, reajusta los montos en atención a dos factores: los ahorros acumulados y las expectativas de vida de la población. Dado que una nueva tasa de mortalidad comenzó a regir en el país -que establece en un año el aumento promedio de la esperanza de vida-, la propia Superintendencia determinó una disminución del 2% en las pensiones de quienes se jubilen a partir de este mes. La medida no es retroactiva ni afecta a las pensiones que cubren al 60% más vulnerable de la población.
No obstante, la discusión sobre las pensiones está abierta. La necesidad de revisar y reformular en profundidad el sistema de AFP es exigida por una ciudadanía que, con justa razón, se siente estafada por instituciones que lucran con el dinero de todos y que no dejan de percibir cuantiosas ganancias, aunque los fondos de previsión tiendan a la baja y los trabajadores carezcan de certeza alguna a la hora de jubilar.
Contar con un sistema de pensiones sólido y digno no es una cuestión de galantería ni de idealismo. Es una demanda justa de quienes han entregado al país una vida de trabajo y esperan una pensión que les permita enfrentar la vida -cada vez más extensa- con tranquilidad y seguridad.
Rabindranath Quinteros Lara,
senador por Los Lagos