Terminó junio, mes habitualmente pletórico en precipitaciones en el sur del país, y el panorama que ha dejado es de una profunda inquietud. En lugar de las acostumbradas intensas lluvias que provocaban inundaciones en sitios urbanos y rurales, y que además del daño material permitían acopiar agua para el resto del año, las comunas de la provincia de Osorno están asistiendo ahora a una creciente sequía que tiene a sus ríos y esteros en niveles mínimos de caudal, al punto que un simple recorrido sirve para observar bancos de arena en el cauce o bien las marcas de antiguos caudales en los pilares de los puentes, mudos testigos de un cambio en el clima al cual aún le falta mucho por decir.

Los números son elocuentes. Si el promedio del mes de junio entre 2012 y 2015 arrojó 133 milímetros de agua caída, durante este año llegó a exiguos 9,5 milímetros, que lógicamente apenas sirven para llenar los cauces fluviales de la provincia. Más alarmante se torna el presente y futuro si se recuerda que ya los registros de los últimos años dan cuenta de una sequía, lo que aleja todavía más al sur del país de los niveles históricos del siglo pasado, cuando el agua era abundante y los períodos de déficit hídrico eran de menor cuantía y de breve duración.

Llevados los números a la primera mitad del año que concluyó el jueves último, el panorama sigue siendo desolador. Comparando los registros de este medio año con los de 2015, la provincia anota un déficit de agua caída de un 64 por ciento, producto de los 261 milímetros acumulados ahora versus los 408 que precipitaron el año anterior.

Lo que ocurre se inscribe en un escenario mundial de cambio climático y, a decir verdad, es escaso el margen para maniobrar. No hay tecnologías que logren recomponer el clima ni acceder a depósitos acuíferos, por lo que el único camino factible hasta ahora es el del máximo cuidado del recurso hídrico, tanto para el consumo humano como para su uso en la agricultura.

Cuidar el agua que escurre por los ríos y esteros de la provincia debería constituirse en la máxima prioridad de las autoridades y de la propia comunidad.

Chile, a través de la Presidenta Bachelet, recibió la responsabilidad de conducir el exitoso proceso de integración que Chile, Colombia, México y Perú emprendieron hace más de cuatro años con la creación de la Alianza del Pacífico.

Al asumir esta responsabilidad, en nuestra opinión, resulta clave priorizar cuatro grandes desafíos. La integración financiera, la creación de un marco regulatorio que promueva el comercio de servicios entre los países de la Alianza del Pacífico, el acercamiento conjunto a las economías del Asia Pacífico, y la facilitación del comercio.

En materia de integración financiera, se debe buscar crear un mercado de capitales más profundo en el que las empresas puedan obtener financiamiento para sus proyectos a menores costos, y en el que los inversionistas puedan acceder de manera más fácil y a menores precios a una mayor oferta de activos regionales. En este tema se ha estado trabajando, pero debiéramos, sabiendo lo complejo que es, avanzar a una mayor velocidad.

En comercio de servicios, el actual Capítulo del Protocolo Adicional no es del todo suficiente para producir una verdadera integración de este sector, porque la normativa, especialmente la tributaria, en cada una de los países es distinta, lo que implica que la operatividad se haga muy compleja, inhibiendo una verdadera integración.

Por otra parte, el motor de la economía mundial seguirá siendo el Asia Pacífico, con una población de más de 2.100 millones de habitantes y un Producto Interno Bruto cercano a los 29 trillones de dólares. Lo anterior es razón suficiente para que los países de la Alianza del Pacífico inicien proactivamente una estrategia de relacionamiento de largo plazo con esas economías.

Finalmente, los países de la Alianza deben avanzar decididamente en mejorar el desempeño de su cadena logística, ya que esto incide directamente en la competitividad y en la inserción en las cadenas globales y regionales de valor. Implementar el Sicex (Sistema Integrado de Comercio Exterior) en 2016 es fundamental. Esto permitirá contar con una sola plataforma electrónica para todos los certificados y documentos necesarios para las operaciones de comercio exterior, disminuyendo los costos y tiempos asociados.

Los desafíos que proponemos no son menores, pero cumplen con un doble requisito; son muy importantes y urgentes.

Hermann Von Mülhenbrock, presidente de la Sofofa y vicepresidente del Capítulo Chileno del Consejo Empresarial de la AP