Hermanos recorren en kayak tramo de Bahía Mansa a Caleta Huellelhue
DESAFÍO. Gonzalo y Rodrigo González realizaron la arriesgada travesía de 18 kilómetros para revivir viajes que hacían los antiguos habitantes de la zona a través del Océano Pacífico.
Tanto Sergio Llancar, antiguo vecino de la Caleta Huellelhue, como sus pares de esa apartada localidad de la costa de Río Negro, en la provincia de Osorno, aseguran que antes que apareciera el motor fuera de borda viajaron siempre en botes a remo, cargados con su producción maderera y sobre ella los pasajeros.
"Pero era algo muy difícil, sacrificado y extremadamente peligroso, porque el mar casi siempre es tormentoso, por eso digo que lo que hicieron estos jóvenes nos ha dejado más que sorprendidos", dijo el vecino.
Se trata del desafío hecho realidad recientemente por los hermanos rionegrinos Gonzalo y Rodrigo González, de 27 y 29 años respectivamente, quienes revivieron la acostumbrada travesía de niños cuando acompañaban a sus padres que trabajaron por algunos años como personal de apoyo en la escuela de Caleta Huellelhue, que era navegar por el Océano Pacífico, pero ahora ya como adultos, lo hicieron en kayak.
"En realidad fui yo el que inició los preparativos, para eso compré lo necesario, la implementación, vestuario y por supuesto el kayak y le propuse a Rodrigo que me acompañara y accedió", señala Gonzalo, actual funcionario de una empresa de buses.
Un relato absolutamente verídico y ratificado por quienes fueron testigos presenciales de la arriesgada travesía, ya que los hermanos González no sólo cumplieron la hazaña desde Bahía Mansa, en San Juan de la Costa, hacia Caleta Huellelhue, que significa recorrer 9 millas (18 kilómetros), sino que luego de descansar unos cuatro días en la caleta, repitieron la hazaña en el retorno, aunque con una serie de peripecias vividas en el mal llamado "mar pacífico".
Vivencia
Gonzalo González dijo que "en el viaje de ida los pescadores de Bahía Mansa nos dijeron que era algo imposible y que jamás se había hecho. Que un bote a motor demora dos horas y media en hacer esa distancia, dependiendo de las condiciones del mar, y que hacerlo en kayak era imposible. Sabíamos que el plan tenía sus riesgos y así fue, pero lo hicimos".
Agregó que las olas eran inmensas y muy cambiantes y el desplazamiento duró 3 horas y media que se hicieron interminables, ya que no veían nada a nuestro alrededor.
"A medida que avanzábamos aparecieron pingüinos, medusas enormes, lobos marinos y pelícanos, estos últimos volando sobre nuestras cabezas. Aparte del ruido de las olas fueron momentos de mucha tranquilidad interior y mientras íbamos bogando por el sector de Palería, vimos al vecino de la caleta, Víctor Soto, que nos observó desde lejos cómo entrábamos en la barra, que era y lo fue de verdad, lo más complicado", comentó González.
Con la emoción de ver la costa comenzaron a remar sin parar un instante, lo que a su juicio fue un error porque estaban muy agotados.
"La entrada en la barra siempre tiene que ser muy rápida, pero el cansancio y la confianza nos jugó en contra. El mar estaba muy movido y además nos pusimos a surfear algunas olas y una de ellas, que fue inmensa, nos dio vuelta, clavándonos literalmente en la desembocadura entre el río y el mar", agrega.
La adrenalina que sintieron fue indescriptible, puesto que todo sucedió en segundos. Las olas los taparon completamente, quedando bajo el kayak y la subida a la superficie fue extremadamente difícil, porque ambos debían dar vuelta primero la embarcación y retomar el control en un mar embravecido.
Por suerte lo consiguieron y luego accedieron al río. Pasaron unos buenos minutos debido al susto, antes de celebrar por la hazaña.
Retorno
En Caleta Huellelhue pernoctaron por algunos días para luego preparar el retorno a Bahía Mansa.
"La salida desde la barra esta vez fue más tranquila, pero en el interior el mar estaba hecho un demonio. Por esos pequeños detalles y distracciones, sin darnos cuenta mi hermano y yo nos cargamos hacia un mismo lado, lo que provocó que el kayak se volcara, pero nos repusimos rápidamente", relató Gonzalo González.
Luego apareció una densa neblina y se perdió el sol, y lo más terrible, también la costa, por lo que se fueron guiando sólo por el golpe de las olas en las rocas, las que se escuchaban a lo lejos.
"Ahí estuvimos bien complicados porque no teníamos visibilidad y el viento de travesía nos hizo zigzaguear. Lo más emocionante fue cuando todo se despejó y a lo lejos podíamos ver Tril Tril. Sentíamos que lo habíamos conseguido de nuevo", agrega.
Justo en ese momento los alcanza una de las lanchas que transportaba lugareños y turistas que venían desde la Caleta Cóndor.
"Seis horas llevó este retorno. Fue arriesgado y muy difícil, pero inolvidable", relataron los hermanos Gonzalo y Rodrigo González, quienes comentaron que fueron soldados del ex Regimiento Arauco de Osorno.
En la despedida pidieron enviar un mensaje. "Ahora más tranquilos y observando la inmensidad del mar, nos parece hasta osado lo que hicimos, que nos exige un consejo para quienes quieran imitar este desafío: prudencia y tener compañía de un apoyo marítimo".
Los hermanos Gonzalo y Rodrigo González comentaron que si bien están orgullosos de este episodio con ribetes de histórico, reconocieron que estuvieron a segundos de no vivir para contarlo.
9 millas contemplaba el recorrido desde Bahía Mansa hasta Caleta Huellelhue, el que realizaron los hermanos González.