Cambios en la educación
En las últimas semanas el movimiento secundario ha tenido una mayor visibilidad tras el llamado a la ofensiva de la Aces y la nefasta marcha del 21 de mayo, evento que sirvió de escenario para la demostración de violencia, tanto de carabineros como de estudiantes. Más allá de los incidentes, ha faltado tocar las ideas que este movimiento impulsa.
La negativa a la municipalización es una negativa ciega. Este mecanismo, aunque iniciado en dictadura, es el correcto para avanzar a una autonomía local que responda a las necesidades de cada comunidad, sobre las cuales los municipios tienen un mayor conocimiento que el Ministerio de Educación. Varios aspectos hay a mejorar, pero ignorar los beneficios de la municipalización es algo incorrecto.
Las ansias de devolver la educación al Estado muestran una visión hipócrita si se quiere desconfiar de la autoridad política. Gabriela Mistral apoyó la iniciativa privada por lo mismo.
También asombra su petición a un trato preferente a los recintos educacionales estatales. Si su lucha está en mejorar la educación pública, evidentemente la forma no es imponer desigualdades ante la ley ni tomar caminos fáciles. No hay que desconfiar de la educación particular al nivel de dejarla en desventaja.
Como José Victorino Lastarria diría: esta revolución es retrógrada porque se entrega al poder. La verdadera pelea se le hace al poder que manipula con el monopolio de la fuerza, tanto de las armas como de la ley. Urge la existencia de un movimiento que nos represente y valore los principios de la libertad de enseñanza y el Estado de Derecho.
Diego Chermac, Mabel Latorre, Cristóbal Rodríguez y Jaime Tagle
Muerte de guardia
Impotencia e indignación fue el sentimiento generalizado en el país este 21 de mayo. Desprecio, rabia contra un país que puede producir gente como el asesino del guardia de seguridad Eduardo Lara Tapia. Casi nadie ha dejado de hablar o de oír hablar de terrorismo. Terrorífica palabra que encierra un mucho más terrible significado.
Tradicionalmente se ha pensado que quienes se dedican a esta poco edificante actividad son individuos intrínsecamente malvados, con alguna falla mental y la expresión siempre torva. Pero los terroristas que han preocupado a los chilenos este último tiempo son jóvenes de apariencia normal y rostro casi bondadoso.
Nadie conoce las causas de su odio contra el mundo, pues no hay otra explicación para andar con elementos terroristas (bombas incendiarias) de alto poder, o para tener en su propia casa un depósito de explosivo y armas mortíferas.
El centro de operaciones de estos asesinos en potencia parece ser la calle.
Manuel Jopia Alarcón
Crisis de la política
Considerando el descaro y la desfachatez de algunas de las más altas autoridades de Gobierno, y sus niveles hacia abajo, no podemos quedarnos sumidos en la indiferencia, convirtiéndonos en vulgares cómplices de aquellos que han cometido y cometen los ilícitos a destajo.
Escribo estas reducidas líneas luego de haber leído las declaraciones emitidas por Leonardo Farkas. Él dice que de ninguna manera podría ser Presidente de la República, puesto que acá todos roban y luego se cubren los unos a los otros. La verdad al desnudo, pero faltan ollas para destapar, y no son pocas.
¿Se sentirá aludido alguno de esos personajes que han pernoctado semanas dentro de los tribunales de justicia? Pero el que cree que Farkas lo ha dicho todo se equivoca, falta mucho por descubrir, Sin ir muy lejos, cuándo nos íbamos a imaginar que un caballero como el senador Orpis se vería mezclado en esos negocios tan turbios, sin ninguna necesidad.
Lo paradójico del caso es que esos mismos que han sido formalizados, en las próximas elecciones saldrán elegidos senadores, diputados, ministros en las distintas carteras, alcaldes y concejales. ¿Cuando se inventará en Chile algún tipo de máscaras para colocárselas a esos caras de palo?
Guido Bello Martínez
Etiquetado de alimentos
Hace un tiempo atrás escribí acerca de la libertad de tener salero en las mesas de los restaurantes, ahora me preocupa la libertad de comer tranquilo sin los etiquetados de signos "Pare" en los envases alimenticios. Pero mi preocupación va más allá, porque en el entusiasmo de coartar las libertades podría extenderse a las bebidas alcohólicas y peor aún a los libros.
No faltarán aquellos que querrán etiquetar los libros y revistas con: Altos en corrupción, en colusiones, en sexo, en cohecho, en delincuencia, en anarquía y otros temas que no conviene que se informen los lectores, volviendo a una inquisición subliminal coercitiva. Es mucho más sano educar para que cada uno tome la libertad de cuidarse en lo material y espiritual.
Marcos Concha Valencia