Aunque ya había antecedentes de la presencia de la peligrosa marea roja en las cercanías de la Isla de Chiloé, la declaración de alerta sanitaria por este fenómeno en toda la costa de la Región de Los Lagos ha caído como un mazazo sobre los cientos de pescadores y mariscadores que desarrollan su labor en la costa de la provincia de Osorno, que de la noche a la mañana han quedado impedidos de realizar su trabajo por esta medida de urgencia dictada por el Ministerio de Salud, luego de detectarse la presencia de la toxina en Maicolpué y Bahía Mansa, en la comuna de San Juan de La Costa. El decreto obedece a los serios peligros para la salud humana que reviste la presencia de la marea roja en los productos marinos: se trata de una toxina paralizante que en altas dosis de consumo puede llegar a ser rápidamente fatal.

El hallazgo de muestras de marea roja se hicieron en cochayuyo en la costa de Maicolpué y unos choros maltones que estaban apozados en el mar y que un comerciante de Bahía Mansa había traído desde Calbuco. Podrá debatirse respecto de que en los mariscos extraídos en la costa osornina no se ha encontrado aún la citada toxina, pero es evidente que en este caso es mejor prevenir que curar, y que ante todo, la vida y salud de las personas debe ser el primer bien a considerar.

Punto aparte es el de la situación en que quedarán los pescadores y mariscadores de la costa de la provincia al impedírseles extraer y comercializar sus productos. Debido a que no hay mayores luces acerca de cuánto durará la alerta sanitaria, es un deber del Estado hacerse cargo de los efectos de esta alerta sanitaria y tender rápidamente una mano a las decenas de trabajadores que quedarán en la más absoluta indefensión. Ellos han dedicado toda su vida a internarse en el mar para extraer pescados y mariscos, muchos de ellos, incluso, es lo único que saben hacer, de modo que hay un imperativo ético para las autoridades.

Es importante comenzar desde ya a trazar los planes y programas de asistencia, y aplicarlos, antes que la situación se prolongue y con ello aparezca el fantasma de la pauperización de quienes viven del mar.

Se acabó el tiempo en que la ciudadanía se conformaba por ejercer su derecho a voto cada 4, 6 u 8 años, se acabó el tiempo en que una clase política se entendía mandatada por esa ciudadanía para representarla en los intereses superiores de la nación y que podía esperar pasivamente hasta una nueva elección de representantes, de Presidente, de senadores o diputados, de alcaldes o concejales. Tal como lo señalaba Eugenio Tironi el viernes recién pasado, esos tiempos "no volverán".

La ciudadanía ha madurado, se ha informado y organizado; y demanda respuestas directas e inmediatas a sus representantes y a sus autoridades. Es así por ejemplo, lo que ocurre, y con mucho justicia, con muchas comunidades en la Región, que en forma organizada exige mejoras de conectividad y calidad de vida y que tanto ellos como el Gobierno están interesados en responder.

En los últimos años han sido justamente los hombres y mujeres de Chile quienes ha demandado una mejor y más igualitaria educación escolar y universitaria, y que también de la misma manera han venido en poner en duda y exigido discutir acerca de las reglas básicas que organizan nuestra convivencia. La Presidenta Michelle Bachelet, dando respuesta a esa inquietud, y tal como lo hizo al restablecer gradualmente la gratuidad universitaria; nos invita a que todos discutamos acerca de los fundamentos básicos que queremos darle a nuestra convivencia futura, que estudiantes, universitarios, profesionales, técnicos, mujeres y hombres, nacionales o residentes, que seamos de la ciudad o del campo o de un territorio insular, sin importar si estamos en el exterior o en nuestra patria, en conjunto podamos hacer ciudadanía y encontrarnos para definir las bases de lo que debiera ser una constitución capaz de darle cabida a nuestra propia forma de entender la democracia, y así definir los valores centrales, los derechos y deberes que deben ser reconocidos como base de nuestra convivencia social.

Ese el es objetivo de la Constitución, establecer el marco fundamental, la modalidad básica de convivencia dentro de nuestro país. El proceso constituyente que se inicia, y al cual están todos llamados a participar, comienza justamente con un sólo click del computador; en la misma web se puede dejar testimonio de nuestras ideas, o bien inscribirnos para participar en encuentros locales, con nuestros amigos, vecinos, compañeros de trabajo, miembros de nuestra junta de vecinos, o cualquier otro grupo asociativo, para que ese debate pueda luego formar las bases ciudadanas de la Constitución que entre todos definamos.

Leonardo de la Prida, intendente de Los Lagos