Hace más de una década, el sociólogo y consultor comenzó a leer sobre la felicidad, y tras varios años de ir y volver sobre el asunto, se decidió a plasmar sus conclusiones en un libro en el que quiso responder ciertas cuestiones sobre la felicidad.
¿Qué hace felices a las sociedades?, ¿qué factores inciden?, ¿por qué Latinoamérica es más feliz que otras regiones menos desiguales?, son algunas de las cuestiones sobre las que reflexiona en su investigación en torno a lo que ha sido históricamente catalogado como el fin último de la vida.
Eugenio Tironi
Editorial Ariel 272 págs.
$ 13.200.
"La búsqueda obsesiva de la prosperidad económica puede desbaratar la felicidad"
El sociólogo y consultor reflexionó sobre la felicidad y los factores que la producen y se propuso responder en su nuevo libro a la pregunta ¿por qué somos tan felices en Latinoamérica si somos tan desiguales?
Carolina Collins carolina.collins@mediosregionales.cl
Del 1 al 10, Eugenio Tironi califica con un 8 su felicidad. Porque como explica en su libro "La felicidad no es cosa de otro mundo", no es un estado permanente, sino la suma de varios momentos y ese es el promedio que calculó.
- Lleva varios años investigando el tema de la felicidad, pero ¿Por qué le interesó?
- Porque me encontré con una sorpresa, a partir de ciertas lecturas, que los países desarrollados que nosotros estábamos tomando como modelo, entre otros Estados Unidos e Irlanda, estaban experimentando un estancamiento o retroceso en sus tasas de felicidad. Entonces me pregunté si acaso no teníamos que poner atención sobre cuál es el modelo de desarrollo que estábamos siguiendo, toda vez que el objetivo de las personas y la función de los gobiernos es alcanzar y promover la felicidad. A partir de ahí comencé a leer sobre qué se ha escrito sobre el tema en la filosofía, el sicoanálisis, en la economía. Y ahí me encontré con otra novedad, que en América Latina, en promedio, contamos con una tasa de felicidad que comparada con el promedio mundial, es mucho más alta. Y mucho más alta de lo justificado dado nuestro nivel de desarrollo económico.
- ¿Siente que no había suficiente bibliografía sobre el tema y que había que escribir un libro acá?
- Encontré que era bueno escribirlo en Chile, porque cuando yo comencé con esto mi punto de vista fue muy impugnado, entre otros, por Libertad y Desarrollo, que en ese entonces era dirigido por Cristián Larroulet. Pasó el tiempo y Cristián Larroulet fue secretario general de la Presidencia bajo el Gobierno de Sebastián Piñera y fue quien recibió al ministro de la felicidad de Bután, que fue invitado por el Gobierno a presentar su doctrina, dado que la medición de la felicidad se había incorporado a la Casen. Eso da cuenta de un giro copernicano respecto de la cuestión de la felicidad.
felices y latinos
Tironi se propuso entender cuáles son los factores que hacen que el caso latinoamericano sea una paradoja respecto de lo que se sabe de felicidad. La segunda parte del libro, titulada "La paradoja latinoamericana", se centra en ese aspecto. ¿Qué hace que a pesar de ser sociedades más pobres y desiguales, los latinoamericanos sean más felices que el promedio?
En su libro cita la Encuesta Mundial de Valores, que reveló que el 89% de los latinoamericanos se declara "muy feliz o bastante" feliz, cifra superior al promedio mundial (83%). Aspectos como la religiosidad, la vida familiar, y la creencia en la movilidad social, resaltan entre los factores que enumera el autor.
- Entre los factores que explican la felicidad menciona la movilidad social, en tanto la esperanza de una persona de alcanzar un mayor bienestar...
- Claro, las personas que estiman que han progresado más en la vida respecto a sus padres, son las que se declaran más felices. El hecho de tener una experiencia de logro y un sentimiento de logro, contribuye a la felicidad de las personas. Ese es un ingrediente muy importante de la felicidad de los latinoamericanos, la experiencia de haber progresado al menos en las últimas dos o tres décadas. Esa no es la experiencia de un ruso o un ucraniano. Hay que tener en cuenta que así como la movilidad social es un factor, el retroceder tiene un efecto traumático. Los seres humanos somos más sensibles a la pérdida que al logro. A mí me produce más sentimiento de infelicidad perder $100 mil que ganarlos. Pero tampoco hay que exagerar el efecto de las crisis porque los pueblos tienen como una suerte de tasa histórica, como un colchón, del cual no nos movemos mucho. Uno se cae, pero sobre un cierto colchón, que tiene que ver con los afectos y con la historia.
- Y la movilidad social que perciben los chilenos, ¿es ficcionada o real?
- Yo soy mucho más pragmático en mi análisis. No pretendo hacerle sicoanálisis a las personas, así que me quedo con lo que la gente dice. Y la gente que se declara feliz dice haber tenido una experiencia de movilidad. Si yo esto lo comparo con los números, tiene un fundamento en la realidad. Ha crecido la escolaridad, la vivienda, el acceso a vehículos, a tomar vacaciones. Entonces no me da la impresión de que sea una pura fantasía. Aún así, Chile no tiene un boom de su felicidad y está muy lejos de Brasil, por ejemplo, y lejísimos de Colombia, que tampoco ha tenido una experiencia de logro como la chilena. Hay algo intrínseco de los pueblos que determina el nivel de felicidad.
- ¿Y ese algo es medible?
- Es un punto de debate, porque estas mediciones de felicidad en las cuales yo me baso, registran lo que las personas dicen, no indagan respecto de sus motivaciones. Pero esto mismo hacemos respecto de otros registros que los tomamos como objetivos, como estar o no empleado. A una persona que le ayuda todas las mañanas a su padre en una panadería y después estudia, si el INE le pregunta si está empleado, va a decir que no.
Felicidad a la chilena
Entre los factores que inciden en la felicidad de las personas también está el sentirse parte de una comunidad, el nacionalismo, como la idea de vincularse culturalmente al país y el contar con lazos familiares fuertes. Vivir en una comunidad "en la que uno pueda proyectarse y se sienta protegido". Y también "con el sentir que la vida no es sólo competencia, no es una carrera por sobresalir".
A pesar de que para el autor la democratización del acceso a bienes de consumo es algo que juega a favor de la felicidad de las personas, también enfatiza que los beneficios del consumo son temporales y a la larga, producen un círculo vicioso que va en contra de ella.
- ¿Siente que el Gobierno y los políticos tienen a la felicidad en su horizonte?
- Yo creo que sí, yo creo que la política durante un período largo, en cierto modo se subyugó a la visión de los economistas y asumió la premisa de que la felicidad era un subproducto del crecimiento económico. Y eso está contradicho por todo el pensamiento espiritual, filosófico o religioso disponible. La prosperidad económica es una condición importante, pero para nada suficiente. La búsqueda obsesiva de la prosperidad económica puede desbaratar la felicidad.
- El proceso de modernización, ¿le juega en contra o a favor al país? En el libro plantea que mientras uno más lejos intenta llegar, el beneficio va decreciendo...
- Yo creo que juega a a favor. Las cosas no son blanco y negro, hay cuestiones que juegan en contra, como el exceso de flexibilidad laboral, de competitividad, el exceso de consumo por supuesto que juega en contra. Es como una droga, para producir la excitación uno necesita consumir más, lo que supone trabajar más y eso deteriora las relaciones familiares, lo que produce una miseria superior a la felicidad del consumo. Pero, con todo, no hay ninguna duda que la democratización del acceso a ciertos bienes materiales y a la educación favorece a la felicidad.
- ¿Las reformas que está planteando el Gobierno van en esa dirección?
- Sin lugar a duda tienen que ver con variables que dicen relación con la felicidad. Por ejemplo, la democratización de la educación es un factor muy importante. El reducir el sentimiento de exclusión o de desigualdad también ayuda a la felicidad. Los grupos que se sienten más infelices en todo el mundo son los que se sienten más excluidos. El sentimiento de orgullo nacional es un factor importante. Si se plantea forjar una Constitución a partir del diálogo, eso debería alimentar ese sentimiento de orgullo.
- El proceso de reforma constitucional también tiene que ver con esa idea de reforzar la comunidad...
- Muchísimo. Si eso prosperara y fuera masivo, sería una experiencia muy prometedora del punto de vista de la felicidad.
- Hay mucha gente que no le tiene fe al proceso ¿Usted le tiene fe?
- Yo le tengo mucha fe, creo que esto es algo que hay que intentar, que hay que buscar caminos nuevos de participación. A la política tradicional le resulta extravagante y se muestra escéptica y cree más en las decisiones que toma la elite y después se bajan, y no creen en estos procesos de abajo hacia arriba. Yo creo en eso, tengo experiencia en eso, es una manera de hacer las cosas que hoy día está muy presente en el mundo de las empresas y no veo por qué no va a resultar respecto de algo tan vital como la Constitución.
- La crisis de confianza que existe hoy ¿hace peligrar la felicidad de las comunidades?
- La desconfianza no es un condimento que ayude a la felicidad. Pero también hay que mirarle la parte más llena al vaso, que es que esto denota que los chilenos tienen más confianza en ellos mismos y en sus relaciones más primarias. Y en cierto modo tenemos más desconfianza en las élites porque confiamos más en nosotros. Yo no sería tan apocalíptico cuando hablamos de desconfianza, porque cuando hablamos de desconfianza hablamos de que confiamos menos en la clase dirigente.
- Y eso daña la participación en las elecciones...
- Sí, y eso es negativo y desde ese punto de vista lo del proceso constituyente podría ser una vitaminización de la participación democrática.
- ¿Se puede ser feliz haciendo política?
- Sí, porque la política tiene muchos ingredientes que son parte de la ecuación. Sentirse parte de un proyecto y el sentimiento de estar corriendo los límites. Este sentimiento de que uno corre los límites de lo posible. Y eso alimenta muy fuertemente el sentimiento de felicidad. Y por eso hay gente que se mete en ella.
- Es lo que plantea en el libro, que provocar felicidad da felicidad, hay un fin altruista-egoísta...
- Sí, como en todo. El compartir produce mucha más felicidad que consumir. No existe acto humano que no esté regido por el principio del placer. Eso incluye el martirio, el altruismo, la filantropía, hay un placer en eso.
- La conversación sobre la felicidad ha sumado marcas. ¿Cómo ve eso? ¿Es peligroso que se vuelva marquetero?
- Sí, lo que pasa es que esto se ha convertido en un tema muy de moda, con mucho libro de autoayuda, está bastante metido en las empresas. Entonces claro se presta para mucho cliché y muchos están dedicados a vender la fórmula que hace a las personas más felices. Pero no lo encuentro malo. No encuentro malo que las marcas se asocien a una tendencia de este tipo, como tampoco encuentro malo que se asocien al combate contra el cambio climático. Las marcas y las empresas buscan asociarse a valores que tienden a tener prestigio. Uno puede decir que lo hacen de una forma oportunista, pero al hacerlo se comprometen y eso no es gratis.
"En América Latina contamos con una tasa de felicidad que, comparada con el promedio mundial, es mucho más alta. Y más alta de lo justificado dado nuestro nivel de desarrollo económico".
dinko eichin frost
"Democratizar la educación es un factor muy importante. Reducir el sentimiento de exclusión ayuda a la felicidad. Los grupos más infelices son los que se sienten más excluidos".
"Las marcas y las empresas buscan asociarse a valores que tienden a tener prestigio. Uno puede decir
que lo hacen de una forma oportunista, pero
al hacerlo se comprometen y eso no es gratis".