El debate público en salud se ha centrado en la crisis asociada a la escasez de médicos generales y especialistas en proveedores públicos de servicios de salud. Actualmente Chile presenta una tasa de médicos de 1,9 por 1.000 habitantes, siendo la media de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) 3,3 por 1.000 habitantes.

Asimismo, la tasa de graduados en Medicina es de 5,9 por 1.000 habitantes, siendo la media de los países de la OCDE de 11,2 por 1.000 habitantes.

No obstante, la problemática asociada a la escasez de profesionales y técnicos obedece no sólo a una capacidad de formación, sino también a una falla estructural del sistema que dificulta la distribución y retención de éstos en los proveedores públicos. Estos últimos, responsables de entregar cuidados de salud al 78,29 % de beneficiarias (os) del Fondo Nacional de Salud (Fonasa). En tanto que los privados, al 14,23 % de beneficiarias (os) de las instituciones de salud previsional (isapres) y del Fonasa que acceden a bonos. Lo anterior origina que tanto proveedores públicos como privados deban competir por profesionales y técnicos para proveer acceso oportuno a sus servicios.

Para ciudades de menor densidad poblacional como Osorno, Valdivia y otras, y que cuentan con redes de proveedores de servicios de salud públicas con una alta demanda asistencial, lo expuesto en los párrafos previos se complejiza por la dualidad en el empleo -fenómeno en donde profesionales y técnicos trabajan en proveedores públicos y privados de forma simultánea-, constituyéndose como una falla que profundiza la inequidad en el acceso oportuno a los servicios de salud, sin ser esta práctica ilegal de acuerdo a la legislación vigente. Así, la formación sin políticas de atracción y retención no contribuye a superar las inequidades en el acceso oportuno a los servicios de salud por parte de la población.

Para el sistema de salud de Chile, la formación de profesionales y técnicos para cumplir con las expectativas de acceso oportuno a los servicios por parte de la ciudadanía se presenta como un desafío prioritario, siendo una condición sine qua non el resolver las fallas del sistema de salud que perpetúan la inequidad en la distribución de profesionales y técnicos, así como un acceso oportuno a los servicios de salud.

Claudio Méndez, director del Instituto de Salud

Pública de la Facultad de Medicina de la Uach

Después de dos meses veraniegos que estuvieron marcados en Osorno por la detección de descargas ilegales de desechos en los ríos Rahue y Damas, una mesa técnica realizada esta semana, y en la que participaron autoridades provinciales y medioambientales, representantes de la empresa sanitaria y dirigentes ciudadanos, se acordó enfrentar este urgente problema desde la elaboración de un catastro que permita identificar los ductos desde los cuales se realizan los vertimientos, además del fortalecimiento de la educación sobre el cuidado del medio ambiente y la mejora en los procesos de comunicación entre los actores involucrados. Esto último, que pudiera parecer algo innecesario para una ciudad de las dimensiones de Osorno, se explica en que varios de los episodios de contaminación registrados en estas últimas semanas han sido alertados por los vecinos y no por los que supuestamente debiesen preocuparse por el estado de los dos cauces que cruzan la ciudad.

Lo que está viviendo Osorno es la herencia de años en que el cuidado medioambiental no fue prioridad en Chile. Sólo una reciente institucionalidad está comenzando a velar por la calidad del aire (de lo que se sabe de sobra en los centros urbanos del sur), de las aguas de ríos y mares, y de los suelos, pero es evidente que falta muchísimo todavía para que la ciudadanía, el mundo empresarial y el sector público comprendan que la descontaminación es tarea de todos y, además, indelegable.

En el caso de los ríos Rahue y Damas, su sola condición de cauces que atraviesan gran parte de las zonas urbanas de Osorno debiera ser razón suficiente para que los entes de fiscalización medioambiental de la Región los tengan en la primera línea de las prioridades. No se trata de ríos que pasen por la periferia de la ciudad, como ocurre en otros lugares, sino que son dos elementos geográficos que forman parte del paisaje urbano, y por lo tanto, cualquier episodio de contaminación en ellos incide directamente en la calidad de vida de las personas.

Es de esperar que la mesa técnica ponga en práctica los acuerdos y que no sea necesario que los vecinos adviertan nuevamente de la descarga de residuos.