"Tienen que ser clones unas de otras, de lo contrario no las aceptan allá (en China)".
— Carmen Gloria Cornejo gerente de Austral Berries"Ahora puedo pensar en grande y obtener el título mundial de la categoría"
Robinson Laviñanza — boxeador osornino
Según investigaciones recientes, la cantidad de basura que está presente en las playas de Chile se duplicó entre los años 2008 y 2012, llegando a un promedio nacional de 4,4 unidades de basura por metro cuadrado.
La cifra es aportada por los Científicos de la Basura -programa de Ciencia Ciudadana liderado por investigadores de la Universidad Católica del Norte-, que ha establecido que los elementos más comunes son los plásticos, incluyendo envoltorios, bolsas y botellas, pero también existe una alta proporción de vidrios y metales, lo que representa un riesgo evidente para los visitantes, particularmente porque suele transitarse por las playas sin calzado.
"Esto quiere decir que, a cada paso dado en la playa, uno puede encontrarse con al menos dos unidades de basura", advirtió el Dr. Martin Thiel, académico de la Universidad Católica del Norte, quien recalcó un aspecto clave: "Cerca del 99,9% de los desechos presentes en las playas proviene de las mismas personas que las visitan".
De estos resultados -agregó- se desprende que la problemática de la basura en las playas tiene una fuente mayormente local y por lo tanto las soluciones también deben ser locales.
El llamado de los Científicos de la Basura es claro: quienes vayan a recrearse a estos espacios deben mostrar una muchísima mayor conciencia respecto de lo que significa botar la basura en las playas. Incluso más, el llamado al tratarse de lugares remotos, donde no existe servicio de recolección de basura, apunta a que si encuentra este tipo de elementos que ha sido botado por otras personas, se haga un esfuerzo extra para retirarla y depositarla en el lugar adecuado.
En una sociedad que suele plantearse grandes desafíos, partir por lo básico, es decir, responsabilizarse de acciones individuales que claramente contribuyen al objetivo colectivo de contar con un medio ambiente más limpio, es un primer paso necesario. Sobre todo si se trata de espacios contiguos a lagos y el Océano Pacífico, habitualmente golpeados por la irresponsabilidad de personas y actividades económicas que muchas veces pasan por alto la necesidad de resguardarlos.
Una importante exportación de cochayuyo de la zona sur se encuentra en marcha, recurso que no tiene veda y es para consumo humano. Las adquisiciones del producto son para enviar a Taiwán. El recurso se extrae desde la zona de Bahía Mansa, en la provincia de Osorno, y desde Ancud, en la Isla de Chiloé.
La escasez de agua para consumo humano es sin duda la dificultad más urgente que plantearon los pequeños agricultores a los encargados provinciales de la Onemi, en la reunión que sostuvieron en el municipio local. La falta de forraje y de agua para los animales fue también otras de las necesidades planteadas en la cita.
Instructores del Cuerpo de Bomberos de Francia visitan distintas unidades para capacitar a los voluntarios de la ciudad en el "Grupo de Reconocimiento e Intervención en Medios Peligrosos". Después de haber estado en Punta Arenas y Santiago, ahora Osorno fue la ciudad elegida para que 12 voluntarios sean instruidos.
"Poderoso Caballero: el pe$o del dinero en la política chilena" es el título del libro escrito por el periodista Daniel Matamala. En él indaga, de manera aguda y documentada, y a lo largo de más de 300 páginas, las formas que ha empleado el capital -y quiénes lo poseen- para influir en el Estado, promover sus intereses e, inclusive, torcer la voluntad popular.
Desde la portada en adelante -una provocativa urna conteniendo votos y billetes- el texto entrega abundante información y sólidos argumentos para evidenciar algo que a estas alturas parece irrefutable: la perniciosa relación entre el dinero y la política y el consiguiente peligro de captura de la democracia.
"Poderoso caballero es don Dinero" escribió lúcidamente Francisco de Quevedo hace mucho tiempo. Pero incluso el notable escritor español del Siglo de Oro hubiese quedado asombrado frente al enorme poder que tiene el dinero en el Chile post dictadura y la brutal concentración de la riqueza en un puñado de grupos empresariales: tres cadenas de farmacias, tres empresas de telefonía móvil, tres generadores de energía, dos grandes productores de pollo, dos de licores, una gran línea aérea… Los monopolios y oligopolios son, así, la regla dominante de nuestra economía.
El panorama se ensombrece aún más cuando se revisa lo concerniente a las leyes de financiamiento electoral: permisivas, opacas y de nula o escasa fiscalización. Es lo que ocurre cuando la legislación que debe regular a la élite está diseñada por ella misma. El poder económico se transforma entonces en poder político.
Ahora bien, denunciar esta verdadera relación incestuosa entre los intereses privados y los intereses del Estado no equivale, en absoluto, a promover la lucha de clases o algo por el estilo. Muy al contrario, es simplemente demandar el cumplimiento de las reglas que informan la doctrina capitalista, una de las cuales afirma que la concentración es el mayor atentado a la competencia, que es el verdadero motor de la economía. Y como bien sabemos, mientras menos actores hay en un mercado, más fácil resulta coludirse para timar a los consumidores.
De nosotros depende que el ejercicio del poder tenga que ver con la voluntad de los electores y no con los flujos de caja de las grandes empresas. Pero al parecer no hemos sido muy diligentes al respecto: será por eso que Chile se asemeja a veces más a una sociedad anónima que a una república soberana.
Xavier Echiburú