Aunque la mayoría de las veces sintamos que las bases de la economía de libre mercado han impregnado todos los ámbitos del ser humano, hoy existe un creciente número de organizaciones sociales sin fines de lucro, cooperativas, empresas B y otras instancias, que no involucran transacciones monetarias. Un buen ejemplo de esto es la confianza que todos depositamos en una enciclopedia virtual como es Wikipedia; un referente de conocimiento creada por colaboradores voluntarios multilingües, a quienes Jimmy Wales les dio herramientas para colaborar y autocorregir. De este modo el conocimiento, los significados, en fin, la sociedad, se construye por quienes deciden participar en ella, permitiendo que la mano invisible seamos todos.

Basándonos en éste y otros muchos ejemplos, podríamos suponer que todos somos potenciales voluntarios, podríamos también suponer que todos seríamos voluntarios si se nos ofrecieran canales y los trabajos adecuados para ello. Lamentablemente, en nuestro país sólo el 7% de la población adulta destina un cuarto de jornada al trabajo voluntariado, a diferencia de países como España e Italia, donde se estima que uno de 5 adultos ejerce voluntariado.

Las organizaciones sin fines de lucro se nutren de los voluntarios, ellos les dan el alma a la organización, son los mejores promotores de la institución, ya que la conocen desde adentro y creen profundamente en su causa, y por sobre todo, contribuyen con un bien intangible y la razón de ser de éstas; contribuyen a que otros crean en la "riqueza que da la gratuidad". Esto no significa que los voluntarios harán adecuadamente las tareas solicitadas, los voluntarios no necesariamente son como la institución quisiera que fueran; no porque entreguen de su tiempo de manera gratuita significa que tendrán las competencias y habilidades necesarias para el cargo o responsabilidad.

Es importante que las organizaciones sociales convoquemos voluntarios con metas definidas y medibles, mantengamos a los voluntarios con responsabilidades concretas, trabajando en proyectos que contribuyan a su causa y potenciemos el voluntariado a través de buenos resultados y su adecuada promoción, ya que una buena experiencia de voluntariado trae más voluntarios. Por lo tanto, el aporte que pueda hacer el voluntario a una institución depende de la propia institución.

Paula López, coordinadora

de proyectos de ONG Canales

En manos del Ministerio de Medio Ambiente se encuentra desde mediados del mes pasado el proyecto del futuro plan regulador de Osorno, el cual debió adecuarse a las nuevas exigencias medioambientales que buscan armonizar el crecimiento de las ciudades con cuestiones básicas como la sustentabilidad. Aunque parezca ser un trámite más, es imprescindible que este instrumento de planificación urbana se someta a la revisión de esta secretaría de Estado, tanto porque la nueva institucionalidad lo demanda -y hoy es muy importante cumplir con las formalidades para evitarse desaguisados-, como porque un plan regulador es una herramienta tan amplia que suele incidir de manera directa en materias que si no son correctamente cauteladas, terminarán provocando serios perjuicios en el desarrollo armónico que se espera hoy de las ciudades.

En el caso de Osorno, el plan regulador en ciernes contempla seis objetivos fundamentales, partiendo por la aspiración de generar espacios urbanizables para satisfacer una demanda de uso de suelo habitacional en aumento; separar la actividad industrial respecto de la residencial y de los ríos que atraviesan la ciudad (Rahue y Damas); y mejorar la accesibilidad a los cauces fluviales para posibilitar la renovación urbana de sus riberas. Los otros tres objetivos pasan por contar con una red vial alternativa que evite tener que pasar por el centro para dirigirse hacia otras zonas; incentivar el poblamiento de sectores que contribuyan a una menor contaminación del aire (como Pilauco, Ovejería y Rahue Alto); y evitar la pérdida de suelo agrícola, un aspecto particularmente sensible en una zona que basa gran parte de su crecimiento en la actividad agropecuaria.

Como se aprecia, los objetivos atraviesan todas las materias esenciales para el desarrollo urbano. Luego de la aprobación del Ministerio de Medio Ambiente viene una etapa de participación ciudadana, que es la oportunidad propicia para que todos los sectores conozcan el plan regulador y realicen los comentarios, observaciones y sugerencias. Es crucial entonces que para esta fase el municipio realice la mayor convocatoria posible, con una adecuada difusión, para que nadie quede fuera.