Allá donde la basura no se ve
Hay un grupo de familias que durante años ha tenido que aceptar el mal olor, las moscas y los jotes del vertedero de Curaco. Por más que se hayan cumplido los reglamentos, la vida de las familias de Curaco ha sufrido un perjuicio por años que debe ser subsanado.
Prácticamente en todas las ciudades del país pasa lo mismo. Agobiadas por la acumulación de basura en sus calles, la envían lejos, donde nadie la vea, donde el hedor de los desechos de la vida diaria quede confinado a un lugar recóndito que pocos conozcan y que poco valga la pena conocer; porque la sociedad de hoy podrá ser infinitamente más capaz para producir bienes y servicios que hace algunas décadas, pero aún soberbiamente poco solidaria para admitir que toda esa basura que se envía lejos, termina afectando a quienes también viven lejos del tráfago urbano.
En Curaco, a unos cuantos kilómetros de Osorno, ha pasado algo así. Hace poco menos de 35 años se instaló ahí un vertedero (categoría que equivale a juntar basura sin ningún tipo de tratamiento) que ha recibido los desechos de la ciudad y de otras comunas de la provincia, sin ningún miramiento hacia quienes vivían cerca o a quienes llegaron poco después por una oferta de vivienda que sin recursos económicos, era lógicamente la mejor (única) solución.
En ese lugar, las pocas familias han tenido que convivir por décadas con las consecuencias de un recinto que acumula basura diariamente sin más tratamiento que la compactación. El mal olor, las negras murallas de moscas y los jotes amenazantes son para ellos el panorama frecuente; sin hablar de las norias de las que antes podían surtirse de agua y que hoy están inutilizables porque los desechos de los desechos aparentemente avanzaron sin contemplación por las capas subterráneas.
Es un drama invisible que las autoridades y la propia ciudad han ignorado por años, porque allá donde la basura llega, es mejor no meter la nariz. Se trata de familias casi todas mayores de edad, sin energías para levantar barricadas ni lógicas de conflicto que en otros sitios habría hecho estallar las redes sociales.
Osorno tiene un deber para con ellos. Por años su calidad de vida se ha visto disminuida por recibir en su entorno la basura de las ciudades; corresponde al menos conocer su calvario y retribuirles de alguna forma lo que perdieron.