Bladimiro Matamala
Nació y vivió parte de su vida infantil en la ex población 21 de Mayo, hoy Lagos de Chile de Río Negro. Hijo de madre soltera, por lo que fue criado por sus abuelos maternos. Una etapa muy difícil como todo niño de hogar humilde con muchas carencias. Pese a todo admite que se siente orgulloso de sus raíces.
Esa es parte de la historia de vida del suboficial de Carabineros rionegrino Claudio Gavilán Díaz, ampliamente conocido entre los vecinos por sus funciones institucionales como encargado de los Asuntos Comunitarios en la Segunda Comisaría de Carabineros.
Familia
De pequeño tuvo un cambio radical en su vida, que lo marcó su amigo y compañero de curso Claudio Vargas Tenorio en la Escuela Río Negro mientras cursaba cuarto básico.
En las vacaciones lo invitó por algunos días a su casa en la localidad rural de San Florentino a lo que su homólogo accedió gustoso con el permiso de sus abuelos.
Lo que se planeó como una corta estadía, se fue transformando con el paso del tiempo en una verdadera costumbre. Sus nuevos papás en San Florentino le brindaron cariño y acogida, respaldo económico y le enseñaron a enfrentar la vida de otra manera. Esos valores que le acompañan hasta ahora. Si hasta le costearon la educación media de la misma forma que a su hijo.
El uniformado reconoce que siente mucha pena porque hace sólo un par de meses falleció quien fuera ese padre que nunca tuvo, don Eugenio Vargas González.
-¿Cómo recuerda su infancia y juventud?
-Como muchos de una familia vulnerable, tuve que trabajar desde muy niño y pasé por todos los oficios de la época: la remolacha, sacando papas, cosechando el trigo, ayudando a apilar los fardos, hasta llegar a establecerme en el campo con la familia antes mencionada. A los 18 años cumplí con mi servicio militar y el 1 de noviembre de 1990 ingresé a Carabineros, todo con ayuda de mis padres adoptivos. Mi primera destinación fue la Comisaría de Las Condes y no fue fácil ser carabinero en esos años. Trabajé 17 años en la capital, donde me casé con quién fuera mi polola por 10 años Jéssica Soto Santana, también rionegrina, con quien tenemos tres hijas y una nieta.
-¿Y su paso por las unidades de Arica?
-En 2005 fue esa destinación de la cual guardo muy lindos recuerdos. Desempeñé el mismo cargo que ahora, es decir, el trabajo con las organizaciones comunitarias. Por esa labor tuve el honor de recibir distinciones comunales y regionales, tanto por el apoyo laboral como espiritual. Y la gran medalla San Marcos de Arica, que es el reconocimiento similar que se otorga a los hijos ilustres no nacidos en Arica. En 2007 asumí el nombramiento de pastor evangélico y representante de la Red Mundial de Policías Cristianos para Chile, participando en importantes encuentros de policías y militares de Chile, Perú y Bolivia. Mi carrera en Arica finalizó en 2011 después de haber recorrido todos los países de Sudamérica. En 2012 vuelvo a Santiago a estudiar en la Escuela de Suboficiales y me destinaron a Río Negro.
-¿Cuál es la función de esta oficina?
-Nuestra institución, cuando creó el Plan Cuadrante de Seguridad Preventiva, estableció algunos cargos relevantes con la integración del carabinero en la comunidad, de apoyo policial, información y participación, logrando insertarnos en el ámbito de la seguridad y social, trabajando codo a codo con las juntas de vecinos y comités. Dictando charlas, etcétera.
-¿Cómo evalúa el trabajo de esta oficina en estos dos años?
-Hemos conseguido una cercanía importante y una colaboración mutua con todas las organizaciones, colegios, niños y niñas, pero resalto el acercamiento y acompañamiento con las comunidades indígenas junto a su Cacicado y su lonco Anselmo Antilef. Ha sido una experiencia muy gratificante.
-¿Cómo compatibiliza su trabajo policial y pastoral?
-Creo que es lo más fácil y hermoso que me toca vivir cada día. El poder servir a Dios y a la sociedad.