El sentido de la Navidad
A pesar de la fiebre de compras de esta época, no hay que olvidar qué es lo que diferencia a esta festividad de otras.
Hoy, hasta entrada la tarde, cuando el comercio cierre las puertas, las ciudades de todo el país dejarán de estar sumidas en el rumbo frenético de consumo que se inició en noviembre (para algunos, bastante antes) y que en los últimos días ha alcanzado un paroxismo tal que en Osorno, por ejemplo, las veredas del sector céntrico han terminado tan atestadas de gente que se hace en extremo dificultoso caminar libremente. Es el resultado de la Navidad, una fiesta cristiana ya milenaria que sirve como antesala del fin de año y que pone a prueba, cada vez de mayor manera, los límites entre el regalo bienintencionado y una fiebre de compras que en no pocas ocasiones coloca en riesgo la capacidad de pago de las familias.
En esta maraña de obsequios, compras a plazo y endeudamiento, vale la pena recordar que la Navidad es la gran festividad anual de la familia, y que sea cual sea el regalo a entregar o recibir, lo que debe primar es la reunión con los seres queridos, la cena y el genuino abrazo. Lo otro, lo material, va y viene, como todas las cosas materiales de la vida.
Este espíritu del afecto es el que precisamente predomina en las jornadas previas a la Navidad, cuando el antiguo rito de las cartas de niños que se envían a Correos o episodios anónimos de solidaridad en los campamentos de la ciudad logran recordar cuál es el verdadero sentido de esta fecha. Estas experiencias insuflan de esperanzas a quienes los protagonizan, y llenan de regocijo a los beneficiarios, muchos de los cuales, niños aún, se conforman con una humilde cena para la familia, una fuente laboral para el jefe del hogar o, como se conoció esta semana en Osorno, de un sencillo abrazo del papá.
Es cierto que la Navidad no soluciona los problemas de la sociedad, así como también que de la solidaridad no pueden depender las políticas públicas, pero claramente permite entrever cómo sería el mundo si estuviese gobernado más por el bienestar del otro que por el propio. Más que el regalo material, lo que prevalece en esta fecha es el brillo en los ojos de los niños, el grito desbordado de alegría y el abrazo de generosidad de conocidos y desconocidos.