25 años sin agua ni alcantarillado
A pesar de vivir en la ciudad de Osorno, una treintena de familias debe lidiar con la falta de básicas bondades de la modernidad. En pleno siglo XXI, en un país que está a las puertas del desarrollo, son las autoridades quienes deben activar y acelerar los mecanismos para solucionar esta carencia.
En el costado poniente de Osorno, donde se supone la ciudad aún no da paso al sector rural de la comuna, una treintena de familias lleva más de 25 años viviendo como si estuvieran en el siglo pasado, desprovistas de cuestiones tan elementales de la modernidad como la provisión constante y regular de agua potable en sus hogares y de una red de alcantarillado que sólo unos metros más allá ya es parte del paisaje. Los representantes de las 200 personas que viven en la Villa Los Esteros de Rahue Alto, que es donde persiste este impensado botón de subdesarrollo, han acumulado gestión tras gestión durante años para que la autoridad reconozca este problema, pero sus demandas han chocado contra el muro de la burocracia, sin encontrar hasta ninguna solución razonable ni menos una fecha que les permita abrigar esperanzas.
Que exista una villa en el país sin agua ni alcantarillado podría entenderse si es que se ubica en una zona rural donde no hay arranques ni redes disponibles, y en la que sólo la intervención del Estado y de los vecinos organizados podría generar un proyecto que les provea de estos adelantos de la vida moderna, ¿pero en un sitio urbano, a cuadras de la plaza de Armas, con cañerías de agua y alcantarillado que están a sólo metros? Parece un sinsentido, y más todavía si es un conjunto poblacional que hace más de 20 años está viviendo en la misma condición, con la única ayuda de vecinos que les proporcionan de su propia agua mediante una rudimentaria tubería. De las aguas servidas ni hablar, sólo la existencia de pozos negros que son propios de las áreas rurales.
A las familias se les podrán plantear múltiples explicaciones, que conseguir servidumbres de paso o que hay que esperar cierto trámite de Bienes Nacionales, pero más que explicaciones o recomendaciones de la propia autoridad, le corresponde a los organismos gubernamentales y al municipio osornino hacer lo que les corresponde: solucionar un problema de higiene instalado en la ciudad que no le permite a 200 personas vivir con dignidad. Veinticinco años de espera en un país que pertenece a la Ocde no resiste más tiempo.