Hace unos meses el Ministerio de Educación publicó los nuevos planes y programas de estudio de la Educación Media Técnico Profesional para las distintas especialidades que se pueden impartir en el país. Esta semana, conversando respecto de este tema con un jefe de UTP, nos hizo ver que los nuevos planes de estudio eliminaron educación física o acondicionamiento físico de tercero y cuarto medio en la educación TP. Sin ser experto en el tema, lo primero que pensé fue como podía ser posible esto si uno escucha todo el tiempo que en el país la obesidad aumenta y el sedentarismo es muy alto, por lo que busqué datos duros para ver si estaba en lo correcto.

En junio del año 2014 un estudio realizado por el Instituto para la Métrica y Evaluación Sanitaria (IHME) de la Universidad de Washington en 188 países reflejó que Chile está entre los 10 países con más obesidad y sobrepeso en menores de 20 años, y es el quinto país en que más ha aumentado este índice desde 1980.Por otra parte, hay datos que señalan que el sedentarismo hoy alcanza a más del 80% de la población, entonces, ¿cómo pretendemos generar cambios de hábito si ni siquiera lo contemplamos en los planes de estudio de la educación TP?

Hay quienes pueden decir que los establecimientos cuentan con seis horas de libre disposición para incorporar el módulo de educación física si lo estiman prioritario, pero eso significa dejarlo a criterio del equipo directivo y ponerlo a competir con los módulos técnicos, ya que la mayoría de los liceos ha tenido que utilizar estas horas para complementar contenidos relevantes que sacaron de los planes y programas de estudios actuales, reflejando la desconexión de muchos de los nuevos programas con la realidad de cada región.

Por último, no me dejó de sorprender que se incluyera de manera obligatoria dentro de la formación general en tercero y cuarto medio dos horas semanales de religión, aumentando estás horas en desmedro de la formación diferenciada TP. Si bien me considero cercano a la iglesia y podría celebrar esta decisión, tengo experiencias cercanas de lo difícil que es enseñar religión a los jóvenes, más aún cuando operará como una isla dentro de un sistema laico de educación. En conclusión, no se terminará haciendo ninguna cosa bien, los jóvenes perderán las pocas horas que tenían de educación física y con mucha suerte aprenderán algo de religión, perdiendo nuevamente la educación TP.

Cristóbal García, director

ejecutivo de la ONG Canales

Dentro del errático proyecto que ha sufrido la iniciativa del Gobierno para garantizar la prometida gratuidad a los estudiantes de la educación superior, un ajuste de última hora realizado para salvar la iniciativa luego del negativo fallo del Tribunal Constitucional (TC) dejó como uno de los tres grandes damnificados a la Universidad de Los Lagos, cuya casa central se encuentra en Osorno. Según la planificación de emergencia delineada por la actual administración, la ULagos y las universidades Tecnológica Metropolitana (Utem) y Arturo Prat (Unap) quedarían excluidas de la gratuidad para el próximo año, en virtud de que ellas no cumplen con el requisito de los cuatro años o más de acreditación, que es uno de los requisitos formulados para acceder al beneficio durante 2016.

En concreto, ya que el TC declaró inconstitucional la glosa de gratuidad establecida en el presupuesto del próximo año para financiar el proyecto, el Ejecutivo tuvo que armar una propuesta de última hora con los recursos que se supone estarán disponibles. La urgencia deriva de que la próxima semana se liberarán los resultados de la Prueba de Selección Universitaria y los postulantes necesitarán tener certezas absolutas en los días siguientes acerca de en cuáles instituciones podrán estudiar de manera gratuita (dependiendo, claro está, de la condición socioeconómica que tengan sus familias, que fue otro de los cambios experimentados por la oferta de la campaña electoral).

Es evidente que el plan de urgencia fue diseñado específicamente para dejar fuera a la ULagos, la Utem y la Umce, pues son las únicas potencialmente beneficiadas que tienen menos de tres años de acreditación. Mientras la propia institución osornina ya ha anunciado movilizaciones a todo nivel para expresar su rechazo, los parlamentarios de la zona han advertido de los inconvenientes de la medida.

Por más oportuna que pueda presentarse la decisión (para salvar de alguna manera la gratuidad prometida), se está castigando a un plantel como la Universidad de Los Lagos que tiene una matrícula mayoritariamente de alumnos vulnerables que habían cifrado sus esperanzas en la gratuidad, y refleja, una vez más, las desprolijidades de la acción gubernamental. En bien de los alumnos de la ULagos, es de esperar que se halle una fórmula más equitativa para conciliar las expectativas y el financiamiento.