¿Francia? La tierra está en guerra; desde que Caín mató a Abel. Y el viernes 13 de noviembre de 2015 de esta civilización, el mundo detuvo su marcha, la televisión ajustó programas, occidente y oriente se "unieron" y los poderosos dijeron al unísono que esta vez se iban con todo contra el terrorismo. Por supuesto, inmediatamente empezaron los rumores de que esto está programado, que todo es pantalla para vender armas, que los terroristas están subvencionados por quienes les compran petróleo, que países musulmanes tan ricos como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos no reciben inmigrantes, que quieren implantar una especie de policía mundial (dominio total) etc.
¿Cómo llegamos a esto? Como se sabe, desde los primeros piedrazos entre cavernícolas hasta el sofisticado y carísimo armamento bélico de hoy, mucha sangre ha corrido bajo el puente. Y ya sea por mamut, oro, imperios, faldas y/o todo tipo de conquista terrenal, incluida religiosa, el troglosapiens jamás ha dejado de buscar camorra.
Y aquí estamos, para variar en la tierra de las mil y una noches donde hay una especie de diálogo de sordos que tiene al mundo pendiendo de un hilo, colgado del ánimo de Hezbollá, Isis, el último discurso de Mr. President, la suspicacia sionista, el fanatismo terrorista o incluso de los mal entendidos derechos democráticos.
En fin, se dice que la guerra, como la farmacéutica, tráfico de droga y transgénicos, es lo que mueve el pequeño mundo de los grandes negocios; sin embargo, como es imposible comprobarlo, no pasa de ser un pelambre.
Ahora, después de ser testigos atónitos de una crueldad sin límites, es imposible no preguntarse, ¿por qué guerrean los hombres? A) Genética B) Pobreza espiritual C) Desarrollo mental incipiente D) Ignorancia supina E) Sólo ambición F) Todas las anteriores.
Por supuesto, no es uno quién para seguir haciendo el ridículo con estos comentarios y menos descifrar algún por qué.
Sin embargo, no hay que ser entendido para darse cuenta que a estas alturas poco importa qué tan sofisticadas sean las guerras, impactantes las armas ni oscuros los motivos, pues detrás de cada guerra hay algo que nada ha cambiado: el hombre. Eso sí aterra, ¿no cree?
Vivian Arend