El efecto Halloween
Aparte de temas valóricos que puedan estar en juego, es indudable que existe un trasfondo comercial. El 55% declaró que ya pasó a ser una tradición familiar que no pueden obviar, por lo que realizan compras, como disfraces, máscaras, golosinas y adornos, entre otros.
Apesar de que Halloween es una celebración extranjera, en Chile va sumando cada año más seguidores y se ha transformado en una instancia para disfrazarse y pasarlo bien. La palabra Halloween es una derivación de la expresión inglesa All Hallow's Eve (Víspera de Todos los Santos). Se celebraba en los países anglosajones y su origen se remonta a 300 años antes de Cristo, cuando en la noche del 31 de octubre los celtas rendían culto al dios de la muerte y las tinieblas, con sacrificios animales y humanos.
La fuerza expansiva de la cultura de Estados Unidos ha hecho que esta festividad pagana avance a otros países occidentales. Los símbolos usados son de muerte y horror.
El ambiente que rodea esta fiesta en Chile aún es festivo, pero no hay que olvidar que las sectas satánicas celebran cultos de sacrificios en esta fecha.
Aparte de temas valóricos que puedan estar en juego, es indudable que en estas celebraciones existe también un trasfondo comercial. Las tiendas se preparan con anticipación para ofrecer los productos dirigidos especialmente a los niños, desde dulces hasta disfraces. Mediante un estudio realizado por Research Chile OmnicomMediaGroup a un universo de 667 personas mayores de 18 años, se buscó detectar el comportamiento durante esta festividad. Más de la mitad de los consultados dijo que celebraría Halloween. El 57% reconoció que festejaría comprando dulces para regalar, disfrazando a sus hijos y acompañándolos a pedir golosinas.
A su vez, el 55% de las personas declaró que ya pasó a ser una tradición familiar que no pueden obviar, por lo que realizan compras variadas, como disfraces de brujas, vampiros, princesas y zombies, adornos, entre otros. Según la encuesta, el 58% de las personas gasta más de $ 10 mil como promedio.
Aparte del tema comercial, es necesario preguntarse hasta dónde es justificable que con tal de que niños y jóvenes se diviertan, salgan a visitar las casas para exigir regalos a cambio de no hacerles un daño, en una fiesta que está muy alejada de nuestra cultura.