A pesar de lo conectada que está nuestra sociedad, muchas veces esta enorme apertura, sumada a una vida competitiva y vertiginosa, no permiten identificar lo que está pasando con nuestra salud mental. Puede que esto se manifieste de la forma más dolorosa con casos extremos, como los suicidios, el bullying o las agresiones asociadas a trastornos graves.

Recientemente se conmemoró en el mundo el Día de la Salud Mental, que busca visibilizar un tipo de enfermedades ocultas, muchas veces silenciosas, en varios casos difíciles de reconocer y que por lo general tienen tratamientos que demandan tiempo, dedicación, paciencia y recursos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que en muchos casos, la dignidad de estas personas no se respeta. Agrega que a menudo se encuentran encerradas en instituciones y muchas de ellas son sometidas a malos tratos. "La OMS promueve el respeto de la autonomía de estas personas y la mejora del apoyo que se les puede brindar", da a conocer.

Los programas de Salud Mental en el país han realizado distintas actividades para crear conciencia respecto a la salud mental y lo transversal que pueden ser estos problemas en la población. De hecho, en distintos puntos de Chile se reconoce que han aumentado los trastornos ansiosos y consultas relacionadas en la salud primaria.

Es por eso que es importante proteger a la comunidad frente a los problemas de salud mental que puede enfrentar. Protegerla y tratarla, porque a estas alturas no es cuestión simple hablar de estas enfermedades. Son cada vez más frecuentes y diversas.

El Estado debe dedicar más recursos a estos tratamientos y velar porque estos males no se traduzcan en indefensión y una vida indigna para quienes las padecen, y en costos prácticamente insostenibles.

Si se trata de una realidad ya reconocida, identificada, es tiempo de que como sociedad nos hagamos cargo de ella, porque la salud mental es la base para poder solucionar problemas como el abuso de alcohol y drogas, el bullying y la violencia intrafamiliar, entre otros.

Al definir la identidad de una obra de arquitectura en la ciudad debiéramos reconocerla a partir de su etimología, su vida útil y su proyección en el tiempo en consideración de la idea de "renacimiento patrimonial" que le otorgará la oportunidad de ser reciclada, restaurada o remodelada.

Sin embargo, ¿cuántas obras de nuestras ciudades, pudiendo ser de "conservación histórica", han sido "des-conservadas" históricamente?. Por razones diversas, han sido impedidas taxativamente de aportar a la historia identitaria de villorrios, ciudades intermedias, emergentes y metropolitanas; en consecuencia, la de todo un país.

Es a partir de ahí que se instalan los períodos de oscurantismo en la gestión de las ciudades desde su desarrollo proyectual, bien entendido desde la visión y valorización del patrimonio tangible, que incide en el intangible al interior del tejido social y urbano.

Sin embargo, también tienen cabida otras posturas acerca del tema, que despreocupadas integralmente de conservar la memoria patrimonial de un país, se despreocupan además de la acción de planificar y proyectar las ciudades en tanto cuerpo orgánico e inclusivo en pos de la vilipendiada idea de progreso a cualquier costo.

Ejemplos de obras del patrimonio construido en Osorno que fueron hechas desaparecer del tejido urbano son muchos. Nombraré solamente la casa Von Conta, ubicada pasado el puente Francke en dirección al barrio del mismo nombre, construida en tres pisos con 4 torreones neoclásicos cubiertos y abiertos en cada uno de sus extremos.

Respecto del patrimonio construido aún "en pie" nombraré dos casos: 1. La casa Mohr - Pérez que hoy día ofrece un renacimiento programático y goza de vida útil; ubicada en calle Mackenna, tiene la categoría de "Monumento Histórico" y podrá ser postulada a fondos concursables para su restauración. 2. La casa Follert, que ha sido un ejemplo de deficiente gestión de compra y venta, ubicada en calle Matta, debiera ser recuperada lo antes posible de manera de evitar posibles desprendimientos de sus paramentos arquitectónicos dado su deplorable estado de conservación. El municipio de Osorno debiera hacerse cargo de su recuperación en razón a su rol gestor en la conservación del patrimonio identitario de la ciudad.

Hugo Fuentes Ubilla Mg. arquitecto, director Depto. Arquitectura & Diseño ULagos

A pesar de lo conectada que está nuestra sociedad, muchas veces esta enorme apertura, sumada a una vida competitiva y vertiginosa, no permiten identificar lo que está pasando con nuestra salud mental. Puede que esto se manifieste de la forma más dolorosa con casos extremos, como los suicidios, el bullying o las agresiones asociadas a trastornos graves.

Recientemente se conmemoró en el mundo el Día de la Salud Mental, que busca visibilizar un tipo de enfermedades ocultas, muchas veces silenciosas, en varios casos difíciles de reconocer y que por lo general tienen tratamientos que demandan tiempo, dedicación, paciencia y recursos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que en muchos casos, la dignidad de estas personas no se respeta. Agrega que a menudo se encuentran encerradas en instituciones y muchas de ellas son sometidas a malos tratos. "La OMS promueve el respeto de la autonomía de estas personas y la mejora del apoyo que se les puede brindar", da a conocer.

Los programas de Salud Mental en el país han realizado distintas actividades para crear conciencia respecto a la salud mental y lo transversal que pueden ser estos problemas en la población. De hecho, en distintos puntos de Chile se reconoce que han aumentado los trastornos ansiosos y consultas relacionadas en la salud primaria.

Es por eso que es importante proteger a la comunidad frente a los problemas de salud mental que puede enfrentar. Protegerla y tratarla, porque a estas alturas no es cuestión simple hablar de estas enfermedades. Son cada vez más frecuentes y diversas.

El Estado debe dedicar más recursos a estos tratamientos y velar porque estos males no se traduzcan en indefensión y una vida indigna para quienes las padecen, y en costos prácticamente insostenibles.

Si se trata de una realidad ya reconocida, identificada, es tiempo de que como sociedad nos hagamos cargo de ella, porque la salud mental es la base para poder solucionar problemas como el abuso de alcohol y drogas, el bullying y la violencia intrafamiliar, entre otros.

Al definir la identidad de una obra de arquitectura en la ciudad debiéramos reconocerla a partir de su etimología, su vida útil y su proyección en el tiempo en consideración de la idea de "renacimiento patrimonial" que le otorgará la oportunidad de ser reciclada, restaurada o remodelada.

Sin embargo, ¿cuántas obras de nuestras ciudades, pudiendo ser de "conservación histórica", han sido "des-conservadas" históricamente?. Por razones diversas, han sido impedidas taxativamente de aportar a la historia identitaria de villorrios, ciudades intermedias, emergentes y metropolitanas; en consecuencia, la de todo un país.

Es a partir de ahí que se instalan los períodos de oscurantismo en la gestión de las ciudades desde su desarrollo proyectual, bien entendido desde la visión y valorización del patrimonio tangible, que incide en el intangible al interior del tejido social y urbano.

Sin embargo, también tienen cabida otras posturas acerca del tema, que despreocupadas integralmente de conservar la memoria patrimonial de un país, se despreocupan además de la acción de planificar y proyectar las ciudades en tanto cuerpo orgánico e inclusivo en pos de la vilipendiada idea de progreso a cualquier costo.

Ejemplos de obras del patrimonio construido en Osorno que fueron hechas desaparecer del tejido urbano son muchos. Nombraré solamente la casa Von Conta, ubicada pasado el puente Francke en dirección al barrio del mismo nombre, construida en tres pisos con 4 torreones neoclásicos cubiertos y abiertos en cada uno de sus extremos.

Respecto del patrimonio construido aún "en pie" nombraré dos casos: 1. La casa Mohr - Pérez que hoy día ofrece un renacimiento programático y goza de vida útil; ubicada en calle Mackenna, tiene la categoría de "Monumento Histórico" y podrá ser postulada a fondos concursables para su restauración. 2. La casa Follert, que ha sido un ejemplo de deficiente gestión de compra y venta, ubicada en calle Matta, debiera ser recuperada lo antes posible de manera de evitar posibles desprendimientos de sus paramentos arquitectónicos dado su deplorable estado de conservación. El municipio de Osorno debiera hacerse cargo de su recuperación en razón a su rol gestor en la conservación del patrimonio identitario de la ciudad.

Hugo Fuentes Ubilla Mg. arquitecto, director Depto. Arquitectura & Diseño ULagos