La sensación de mayor inseguridad que dicen vivir las personas en el país a raíz del incremento de la delincuencia, ha llevado a parlamentarios a solicitar la agilización de la agenda corta antidelincuencia que el gobierno se encuentra patrocinando y que se espera tenga una tramitación de urgencia inmediata en el Congreso.

El proyecto busca hacer efectiva la aplicación de las penas contempladas para los delitos de robo, hurto y receptación. Asimismo, incorpora el concepto de control preventivo de identidad y una indicación del Ejecutivo que aumenta las penas para quienes atenten contra carabineros, efectivos de la PDI, y gendarmes. La iniciativa fue aprobada por la sala de la Cámara baja el pasado 9 de septiembre y en la actualidad sigue su curso en el Senado. Durante esta etapa, un grupo de diputados de la Bancada Transversal de Seguridad Ciudadana ha solicitado a la ministra de Justicia, Javiera Blanco, incorporar tres figuras delictuales sobre las cuales no existe especificidad en la legislación y para los cuales los tribunales de justicia aplican distintos criterios para la consideración y aplicación de las penas. Se trata de los denominados "portonazos", los piedrazos a vehículos para robar, conocidos también como "asaltos exprés", y los robos con intimidación en lugar habitado, donde se ejerce violencia contra las víctimas como amarrarlas o amordazarlas.

La propuesta de los legisladores resulta procedente, por cuanto los jueces en los tribunales requieren de las herramientas legales necesarias para sancionar estos hechos graves, si el legislador ha estimado como agravantes el grado de violencia utilizada para cometer los delitos de robo, y de esta manera sancionar con mayor dureza aquellos actos que vulneran seriamente la seguridad ciudadana.

Finalmente, el proyecto de agenda corta antidelincuencia considera mayores sanciones al delito de receptación, elimina las atenuantes para el delito de hurtos y robo, y crea un banco de datos con los antecedentes de imputados y condenados, con el objeto de que sirva como elemento de apoyo a la investigación.

En América Latina, la extensión agrícola está de vuelta. Después de su gran debilitamiento durante los años 80 y 90, los países de esta parte del continente están rearticulando sus programas de extensión. En Chile, si bien desde el regreso de la democracia la extensión orientada a la agricultura campesina se fue fortaleciendo, desde la segunda mitad de los años 2000 se implementan algunas iniciativas tendientes a su replanteamiento más sustantivo, las que se están ampliando e intensificando en la actualidad.

El nuevo extensionismo busca rasgos que lo diferencian del anterior: se da en un mundo agrícola y rural más complejo, más articulado con otras actividades productivas, con lo urbano, y más interactivo. También los productores agrícolas hoy son más conscientes de sus derechos y de sus responsabilidades. Los tiempos culturales, económicos y sectoriales de hoy, como es evidente, son muy distintos a aquéllos del "primer extensionismo" de las décadas del 60 y 70 del siglo pasado.

La extensión se vincula al desarrollo, en particular, en el ámbito agrícola y rural. Según Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, el desarrollo es un proceso esencialmente de ampliación de las capacidades, oportunidades y libertades de las personas. La extensión tiene que ver directamente con al menos dos de tales propósitos: la ampliación de las capacidades y de las oportunidades.

Un primer rasgo diferenciador del nuevo extensionismo es su vinculación explícita y directa con la innovación. Aquí, se empieza a hablar de extensión para la innovación. Si esto es así, la innovación le otorga a la extensión de hoy una dinámica interactiva, muy diferente a lo que ocurría en el pasado.

Una segunda diferencia debiera ser la calidad de los servicios a disposición de los productores. Como en otras políticas públicas, y contrario a la extensión de "primera generación", la calidad es central y no transable. En Chile, el Indap, por ejemplo, está transitando interesantemente en esta perspectiva.

Un tercer rasgo específico del nuevo extensionismo es su pluralidad de opciones de soluciones técnicas. En un mundo culturalmente diverso y plural, la extensión agrícola y rural también lo es, valorándose el conocimiento explícito y tácito, el tradicional y el moderno.

En lugar de extensión, tal vez sería mejor hablar de "asesoría técnica". Pero lo relevante es que estamos poniendo a la extensión como instrumento de desarrollo y de gestión de la innovación, y en esta perspectiva los "extensionistas" cumplirían más bien el rol de gestores de la innovación.

Arturo Barrera M. Profesor Escuela Ingeniería en Agronegocios Universidad Central