Las imágenes, las informaciones, las declaraciones que dan cuenta de los daños del terremoto y tsunami que azotó a una buena parte del país tienen un factor común: muchos de los afectados por la tragedia no aparecen derrotados por el golpe de la naturaleza. Hay lágrimas, pero no muestran resignación.
Por el contrario, ellos son expresión de una extraordinaria fortaleza y energía y están dispuestos a seguir trabajando, a recuperarse desde los escombros. Son comerciantes, pescadores, artesanos, transportistas, gente de trabajo, muchos de quienes han perdido vivienda y elementos que les permiten subsistir junto a sus familias.
Todo lo material está perdido, pero mantienen ese gran capital que es la fortaleza y la capacidad de emprender.
En esas personas hay que focalizar la ayuda, no como un simple subsidio y menos con promesas, sino que a través de mecanismos que les permitan efectivamente recuperar las posiciones que habían logrado, ayudando con recursos económicos oportunos, por cierto, pero también con capacitación y acompañamiento en sus respectivas actividades.
Hay en estos damnificados ánimo de trabajo y también experiencia que debe ser aprovechada en beneficio de ellos mismos y de cada comunidad en la cual se encuentran insertos.
En tiempos en que la comunicación se ha convertido en una especie de religión, es necesario presentar a estos trabajadores, pequeños empresarios, algunos emergentes y otros consolidados, como ejemplos de lucha.
Se produce la tragedia del Norte Chico en momentos en que la desconfianza castiga a personas e instituciones; en días en que muchos personajes públicos aparecen perdidos en un laberinto de discusiones estériles y mutuas descalificaciones que los llevan a lograr baja consideración en la apreciación ciudadana.
La catástrofe reciente, con víctimas fatales y altas pérdidas materiales, encierra una oportunidad para conocer al verdadero Chile, al Chile real y profundo y aquellos habitantes que día a día, sin saberlo casi, sin consignas bulliciosas, hacen Patria. Luego de celebrar el aniversario nacional y evocar a grandes figuras del pasado, encontramos a estos héroes del Siglo XXI dispuestos a seguir librando una gran batalla, por ellos, por sus familias, pero también por Chile. Y esos patriotas golpeados no pueden ser olvidados. Merecen armas para continuar en la lucha que desde hace tiempo vienen librando en medio de la soledad y muchas veces de la incomprensión y la burocracia.