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El teólogo y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Antonio Bentué, quien durante este mes realiza un ciclo de charlas enfocadas en el rol del laico en la Iglesia Católica, se refirió a la situación que viven los feligreses en Osorno con la llegada del obispo Juan Barros (cuestionado por sus vínculos con el sacerdote Fernando Karadima, condenado por la justicia vaticana por abusos a menores), comentando que la decisión es incoherente con los objetivos del Concilio Vaticano II.
El teólogo indicó que hay una división dentro de la iglesia local, ya que el escándalo que suscitó Karadima genera un profundo daño que penará por años en la historia de la iglesia chilena.
"La llegada de Barros fue impuesta, una orden de poder, ese es el problema, porque es incoherente con el Magisterio Supremo de la Iglesia. La Iglesia primero es pueblo de Dios, no jerarquía", indicó.
- ¿Cree que el obispo Barros no debió asumir el nombramiento?
-Se lo dije explícitamente en una carta que le envié al obispo Barros. Que sea encubridor o no eso nadie puede decirlo, el punto está en que su nombramiento, debido a su relación con Karadima, crea un problema para la diócesis.
En este sentido, sería bueno que él renunciara, le haría un bien a la Iglesia, no como una forma de reconocer de lo que se le acusa, sino que la mejor forma de enfrentarlo es transformarlo en un testimonio evangélico creíble. Con su renuncia demostraría que no hay intereses de poder, a veces por obediencia se camuflan intereses de poder.
-¿Qué le parece la participación de la comunidad ante este hecho, con manifestaciones y movimientos?
-Una reacción así de los laicos es legítima desde el punto de vista del magisterio. Uno no puede refugiarse en que por obediencia se van a aceptar situaciones. Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, el verdadero concepto de obediencia es que ésta debe ser coherente con lo que significa la palabra revelada del evangelio. Sería un mal signo de la comunidad la indiferencia ante este u otros hechos; entonces, me parece bien que se manifiesten ante algo que creen que no está bien.
Si los obispos no escuchan la voz del pueblo está mal, no tienen garantizado conducir bien. La conducción debe ser dialogada y en la historia de la Iglesia ha habido muchos errores por falta de diálogo.
charlas
El ciclo de charlas que se realiza cada viernes desde el 31 de julio y durante todo de agosto ha convocado a cerca de 160 personas en cada sesión en el auditorio de Inacap de Osorno, en avenida René Soriano.
La actividad es organizada por la ONG Miras Mayúsculas y busca dialogar sobre la reflexión de la Iglesia con la comunidad sobre algunos temas contingentes.
Bentué explicó que "en la primera etapa vimos la importancia de las escrituras, qué significa la palabra de Dios y qué nos quiere transmitir. La segunda etapa, entonces, se enfoca en la celebración de la palabra, los ritos, el riesgo que hay de que éstos sean manipulados".
-¿Cuál es el enfoque que se dará a las tres sesiones siguientes?
-Ahora viene la Iglesia en sí misma, qué es, cuál es su rol. Porque la Iglesia no es poder ni jerarquía, sino que es pueblo de Dios, por lo tanto debe estar al servicio de la comunidad, de este pueblo que está compuesto en su mayoría por laicos. Y finalmente, en las últimas dos sesiones analizaremos la relación de la Iglesia con el mundo, el diálogo con la modernidad.
- ¿Cuál es el rol de los laicos en la Iglesia?
- En la iglesia todos somos voz y oreja, no son pastores y las demás ovejas. El esquema militar no sirve para la Iglesia, sino que la palabra quiere que crezcamos en adultez para hacernos libres, no infantiles obedientes. La idea es que el laicado descubra qué tipo de orientación es más o menos coherente con su fe, qué responsabilidades tienen y para ello el tema debe ser potenciado teológicamente, que es lo que estamos haciendo con las ponencias en Osorno.