Copa América: la pelota está manchada
No cuesta mucho trabajo imaginar al presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, en el mismo papel que hizo famoso a Marlon Brando en la película "El Padrino". Ni asimilar la organización que dirige hace 17 años con la familia de Don Corleone.
La comparación no es casual ni menos arbitraria. Basta observar con cuidado uno o dos ejemplos para comprobarlo. La imponente escenificación de su solemnidad en el ejercicio del poder, qué duda cabe, se parece demasiado a la del mundo del crimen organizado: besamanos, caravanas de coches, guardaespaldas, atención de favores, elegancia, luces doradas, reglas de lealtad y sumisión, y mucho, muchísimo dinero.
Blatter, al igual que su antecesor, el brasileño Joao Havelange -un delincuente de cuello y corbata- habían logrado disimular los numerosos escándalos de corrupción con un refinado manto de impunidad. Incluso la insensatez de otorgar a Qatar el mundial de 2022, a pesar de las inhumanas condiciones climáticas para hacer deporte, había logrado ser explicada como ejemplo de inclusión. Eso hasta que la justicia se dejó caer sobre el núcleo de poder del fútbol mundial. Sobornos, fraude, obstrucción a la justicia y blanqueo de dinero, son algunos de los cargos que han desembocado en el arresto en Zurich de siete altos directivos de FIFA en un hotel de lujo por parte de la policía suiza.
Se comienza a transparentar, de esta manera, una situación largamente sabida pero jamás asumida en plenitud por la "familia del fútbol". El objetivo no es otro que limitar los extravíos de un poder sumamente embriagado de sí mismo.
Pero en Chile no lo hemos hecho mejor. Sergio Jadue, presidente de la ANFP, aparece en el informe de la fiscalía estadounidense como receptor de una cuantiosa suma de dinero. No es lo único. A principios de este año, su nombre apareció ligado a la investigación de una millonaria estafa mediante un contrato triangulado. Y en el pasado -muchos todavía lo recuerdan- fue formalizado en el Tribunal de Garantía de La Calera por el delito de lesiones menos graves contra su esposa, en el contexto de violencia intrafamiliar. Simplemente sorprendente. El fútbol es la única religión que no tiene ateos, escribió una vez Eduardo Galeano. Visto lo visto, es muy probable que sólo un verdadero milagro pueda iluminar el ensombrecido panorama del fútbol mundial, más semejante a un gigantesco agujero negro que a cualquier otra cosa.
Xavier Echiburú