La ciudad de Osorno presenta cada invierno altos niveles de contaminación atmosférica, es por ello, que el compromiso de la Presidenta Bachelet y del Ministerio del Medio Ambiente, es enfrentar esta problemática y proteger la salud de las personas.

Hoy estamos desarrollando un Plan de Descontaminación atmosférica para Osorno, donde la ciudadanía ha jugado un rol clave en la creación del anteproyecto. El Ministerio de Medio Ambiente desarrolló más de 35 talleres participativos con la comunidad y dentro del marco de la consulta pública participaron: juntas de vecinos, organizaciones deportivas, comerciantes de leña, la mesa indígena, la Cámara Chilena de la Construcción, el Consejo asesor de salud provincial, las OIRS de Salud, entre otras.

Sabemos bien que la principal fuente de emisión está asociada al tipo de calefactores que existen en las viviendas. Hoy lo que tenemos en esta ciudad son casas mal aisladas térmicamente que necesitan usar intensivamente la calefacción. Es por ello, que el eje central de los Planes de Descontaminación es la calefacción sustentable, la cual consiste básicamente en revestir térmicamente casas que ya existen (a través del Programa de Protección Familiar del Minvu) y asociar a estas casas el recambio por un calefactor a leña certificado u otro que la familia elija para que puedan contar con calefacción más eficientes, segura y menos contaminantes. Esto sin alterar el presupuesto familiar y mejorando la calidad de vida de las personas.

El plan de descontaminación de Osorno es un conjunto de medidas integrales que involucra a los ministerios de Vivienda y Urbanismo, Salud, Energía y Medio Ambiente, en un esfuerzo del Gobierno de Chile que pretende poner fin a una contaminación que actualmente afecta la salud de los ciudadanos y que requiere de medidas urgentes, pero también del compromiso ciudadano para vivir en ciudades con un aire más limpio.

Actualmente el Ministerio del Medio Ambiente está elaborando el proyecto definitivo para Osorno, donde hemos y seguiremos escuchando a la ciudadanía y las autoridades locales, para que el próximo invierno contemos con un Plan de Descontaminación Atmosférica que nos permita abordar las causas estructurales y así poder proteger la salud de las personas.

Marcelo Mena Carrasco

Cada 21 de mayo tras el mensaje presidencial -que lejos de ser una cuenta pública se ha transformado en una sucesión de anuncios sobre las políticas gubernamentales venideras- a los habitantes de regiones nos queda la sensación que las necesidades de todos quienes vivimos fuera de la capital no son consideradas genuinamente, con sus particularidades, en la planificación estatal del Gobierno de turno; salvo aquellos anuncios sectoriales, que suelen ser más de infraestructura que de otra cosa. Y esto es transversal, no es vinculante a un color político determinado, ha ocurrido históricamente, pues el centralismo opera con la misma fuerza que el régimen presidencialista imperante. Es decir, se administra con una mirada exclusivamente nacional, sin considerar aquellas diferencias que son justamente el sello que nos distingue y nos brinda el potencial que cada zona tiene. Un botón de muestra es el horario de verano que se mantuvo y extendió por igual a todo el país, sin tener en cuenta a qué hora amanece en cada región del país. Pero lejos de quejarnos, lo que debemos hacer es construir desde nuestras particularidades, la región y el país que queremos. Y una vez que efectivamente aportemos con ideas y propuestas, y ofrezcamos soluciones viables a una serie de carencias; es probable que el gobierno central considere nuestro llamado, que lejos de ser una plegaria será entonces un aporte concreto. La Región y la Patagonia en general no puede quedarse en la queja eterna. Hoy desde regiones perfectamente podemos aportar e instalar en el debate nacional una forma distinta de construir la sociedad, con una participación real -y no simulada- en la construcción de políticas públicas que sean pertinentes. Así, puede contribuirse a poner en la mesa de discusión aquellos aspectos que los gobiernos no pueden seguir dilatando, y que muchas veces, por desconocimiento o falta de sensibilidad local, pasan por alto.

Las regiones tienen necesidades distintas de las evidentes, que van mucho más allá de un hospital, un puente o un estadio; y tienen que ver con lo que somos, factor que incluso las autoridades políticas muchas veces no alcanzan a percibir, olvidan o soslayan, porque como es lógico, las demandas diarias los obligan a concentrarse en lo urgente y no necesariamente en lo importante.