Frecuentemente se lee o escucha acerca de los beneficios que las tecnologías de información y comunicación traen para la sociedad. Se destaca su presunto carácter "democratizador", y sobre todo la posibilidad que tienen de "acercarnos a los que están lejos".
Sin embargo, poco a poco se ha puesto sobre la mesa también una característica menos amable de las nuevas herramientas como los teléfonos inteligentes y las tablas. Se trata del hecho que si no se utilizan de manera adecuada pueden perfectamente "alejarnos de los que están cerca".
Y no se trata de un concepto abstracto, sino que muy concreto y observable en nuestras casas, recintos educativos y lugares de trabajo, e incluso locales de esparcimiento y "encuentro".
Así, por ejemplo es común ver cómo muchos usuarios de la telefonía móvil caminan ensimismados por las calles de la ciudad con la vista pegada en las pantallas, incluso a riesgo de sufrir accidentes por el descuido a la hora de desplazarse.
Una escena similar se observa en variados grupos humanos, como los laborales, donde la comunicación cara a cara se ha reemplazado paulatinamente por la persistente conexión a redes sociales y de mensajería instantánea, que incluso en los momentos libres reemplazan a lo que hasta hace algunos años eran momentos de conversación y distensión colectiva.
Resulta hasta paradojal el hecho que muchas citas con amigos e incluso con parejas, se traduzcan en algunos casos en encuentros donde la vista pasa más tiempo pegada a los teléfonos que a las personas que se tienen al frente. En este escenario, no se trata de "satanizar" a las nuevas tecnologías, sino que de meditar respecto de la necesidad de hacer un uso más consciente de éstas y no, como parece ocurrir en algunos casos, que la tecnología controle los tiempos, intereses y hasta movilidad de los usuarios.
Es cierto que como en toda etapa de introducción de una tecnología estamos viviendo una especie de "encantamiento", pero es importante enfatizar también en la necesidad de resguardar una de las características que distinguen a los seres humanos: la comunicación cara a cara y la preocupación por nuestro entorno más inmediato.