La encuesta del 24 de marzo de Imaginacción, Radio Cooperativa y Universidad Central, dice que un 62% de los encuestados piensa que Chile se dirige a una crisis institucional. Por otro lado, un 65,6% piensa que la comisión creada por la Presidenta no será de mayor utilidad. Muy grave.
Recordé el libro que motivó tres columnas mías entre febrero y marzo del 2014. En ellas comentaba las conclusiones a las que llegan los autores de "Por qué fracasan los Países", analizando ejemplos históricos desde la antigua Roma a la China moderna. Cabe recordar que este libro es recomendado como uno de los mejores de las últimas décadas por 16 prestigiosos economistas de las mejores universidades del mundo, entre ellos seis Premios Nobel.
Acemoglu y Robinson exponen los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. El acento que los autores ponen en las instituciones se refleja en la siguiente gran conclusión: La diferencia entre países que se desarrollan y los que fallan está en instituciones fuertes y estables y en incentivos correctamente puestos. Por más que se quiera hacer una batería de programas, leyes y políticas públicas, si las dos condiciones anteriores no existen, los países están destinados al fracaso.
Sin embargo, ¿son cualquier tipo de instituciones las que logran el desarrollo? Los autores distinguen dos tipos de instituciones: las extractivas y las inclusivas. Las primeras pretenden extraer los excedentes de los ciudadanos entre un grupo pequeño de elite, al estilo de lo que fueron las sociedades feudales o monárquicas; mientras que las sociedades inclusivas diluyen el poder entre todos los ciudadanos de forma que posibilitan y fomentan la participación de las personas en actividades que aprovechan mejor su talento y habilidades, lo que permite que cada individuo pueda elegir lo que desea, obteniendo la justa retribución por su trabajo y esfuerzo, sin que nadie se apropie de ello.
Sin embargo, para que esas sociedades inclusivas funcionen, es necesario que instituciones económicas fuertes y estables garanticen la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial, un sistema creíble de contratos entre personas; y libertad de entrada y salida de cualquier actividad económica.
¿Las crisis institucionales en Chile, que cruzan todo el espectro, desde el gobierno, los empresarios, la política, la iglesia, el sistema educacional, el poder judicial, etc. apuntan en el sentido correcto del desarrollo?
Urge una revisión a fondo de nuestro sistema institucional.
Víctor García Ossa