Durante estos días estamos celebrando el aniversario 457 de nuestra ciudad, una larga historia que en realidad comienza mucho antes de la llegada de colonos españoles a esta zona el año 1558 y que da cuenta de la existencia de población indígena mucho antes, lo que sienta las bases de la sociedad pluricultural que al día de hoy es Osorno, con los aportes que posteriormente otras colonias extranjeras han hecho al inmigrar a territorio osornino.
La riqueza de nuestra tierra va más allá de la multiplicidad de culturas que conviven en ella y se extiende de cordillera a mar, en un espacio integrado y con identidad propia, que es distinta de Valdivia por el norte y diferente de Puerto Montt por el sur.
A modo de ejemplo, surgen en el recuerdo memorables encuentros deportivos como el campeonato de basquetbol Provincias del Sur, que en décadas pasadas Osorno disputaba contra selecciones de las ciudades de Valdivia, Temuco y Llanquihue, a estadio lleno, sobretodo el clásico Osorno-Valdivia, por nombrar una entre tantas instancias deportivas que a lo largo de nuestra historia local han contribuido a forjar una identidad territorial propia y diferenciada, de la que son parte las actuales siete comunas que conforman el territorio de Osorno y que es motivo de legítimo orgullo para las generaciones anteriores y las actuales.
Los niños y jóvenes osorninos deberían aprender en sus salas de clases que tenemos la capacidad de convertirnos en potencia turística y alimentaria, que estamos ubicados geográficamente en un punto que une por la costa el Asia-Pacífico y por Bariloche, vía Argentina, al resto de Sudamérica. Aunque también deberán aprender que el verdadero desarrollo no se logrará dando la espalda a comunas como San Juan de la Costa y sus comunidades, sino integrándolas, de manera que en lo sucesivo pensemos la actual provincia de Osorno como una Nueva Región. Con fuerza y unidad, eso y mucho más, es posible hacerlo realidad.
Al cumplirse 457 años desde la fundación de Osorno es oportuno proyectar qué futuro queremos construir en este territorio y hacerlo, no desde la contingencia, sino, con una mirada de mediano y largo plazo, que ponga énfasis en la equidad y la inclusión para que el desarrollo llegue a todos, en especial a las familias más pobres.
Jaime Sotomayor Neculman