Una mirada crítica en relación al proyecto para dotar de un servicio ferroviario al tramo entre La Unión y Puerto Montt, fue la que tuvieron varios líderes locales luego de conocer detalles del proyecto impulsado por el Gobierno a través del Ministerio de Transportes.

De forma transversal se cuestionó los anuncios sobre nuevos y costosos estudios para establecer la viabilidad de contar nuevamente con este medio para el desplazamiento de los residentes de la zona sur y potenciales turistas.

"Ese estudio arrojará que habilitar un tren no resulta rentable y la necesidad de las personas terminará archivada", planteó Jaime Galindo, presidente de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos. El concejal Emeterio Carrillo complementó que "una vez más estamos realizando estudios innecesarios y donde se gastan recursos que pueden ser utilizados directamente en obras concretas", y el alcalde Jaime Bertín fue más allá y planteó que "cuando existe la voluntad para hacer inversiones se realizan sin importar que existan obstáculos geográficos o demográficos que frenen la entrega de millonarias cantidades y eso pasa sólo en Santiago".

Como respuesta a esta inquietud, los representantes sectoriales respondieron que antes de concretar una iniciativa de este tipo, se debe constatar el estado de las vías y evaluar el posible flujo de pasajeros. Algo que resulta evidente, pero que no parece apuntar al fondo de la inquietud local: aquella tendencia a que muchas de las obras que se anuncian para la zona quede precisamente en eso: en grandilocuentes anuncios y posteriores estudios que al final no terminan en nada, salvo en un elevado gasto de recursos y aquella sensación de postergación que hoy embarga a muchos de los líderes locales.

Por eso, la reacción de poner en duda las reales posibilidades del retorno del tren a la Región parece adecuada, sobre todo si va acompañada de una férrea convicción de seguir paso a paso el desarrollo del proceso. Sólo así se sabrá si las aprensiones tenían o no validez.

Por estos días son muchos los estudiantes que retornan a clases, después de un merecido período de descanso. Algunos llegarán a reencontrarse con sus compañeros de clases, dispuestos a "colocarse al día", con todo lo que pasó durante estos más de dos meses de vacaciones. Otros llegarán cargados de energía y curiosidad, dispuestos a iniciar una nueva etapa en su vida de estudiantes; especialmente a quienes ingresan a su primer año en educación superior. El paso desde el nivel escolar a esta fase no está exento de miedos y de inseguridades. Algunos lo pueden enfrentar sin mayor dificultad, pero para otros puede significar el desarrollo de cuadros de estrés y de angustia.

Esta situación tiene varias explicaciones: la primera es que los jóvenes se encuentran en una etapa de búsqueda de identidad, por lo tanto están tratando de encontrar respuestas a preguntas claves: quién soy, qué debo o no debo ser y el cómo me veo en el futuro. La segunda, es la necesidad que tienen de saber si esta carrera que están comenzando a estudiar, es o no a lo que quieren dedicarse el resto de su vida; y lo tercero, es la genuina impaciencia y premura por contar con respuestas rápidas y certeras en el más breve plazo.

Si a lo anterior le agregamos la presión familiar que la mayoría tiene por obtener buenos resultados y por no haberse equivocado, hace del escenario algo complejo de sobrellevar.

Las primeras manifestaciones de esta situación, vienen con el rendimiento académico. Especialmente si éste no es lo que se esperaba si se compara con el resultado que normalmente se obtenía en enseñanza media. Otro indicador es la sensación de soledad. El joven se siente como fuera de lugar. Se desmotiva rápidamente porque no logra armar un nuevo círculo de amistades, no se siente acogido; lo invade un sentimiento de desprotección al estar, en muchos casos, incluso fuera de su casa y viviendo en una ciudad extraña.

Es muy importante que los padres estemos conscientes de este fenómeno de transición, para apoyar a nuestros hijos en esta etapa nueva de vida. Resulta relevante conversar con ellos para explicarles que siempre existirá la posibilidad de comenzar nuevamente.

Por nuestra parte, como instituciones de educación superior asumimos el compromiso de recibirlos con todos sus sueños y anhelos de éxito. Colocaremos todo de nuestra parte para responder a la confianza que han depositado en nosotros, al elegirnos para continuar sus estudios.

Rodrigo Ibáñez C.