Los progresivos avances en la normativa ambiental chilena, junto con la creciente discusión respecto a los efectos que pueden tener en nuestro planeta el uso de combustibles fósiles especialmente en la generación eléctrica, han puesto nuevos escenarios y a la vez, desafíos para esta industria que además, cumple un rol fundamental para facilitar la vida cotidiana como hoy la conocemos.
Entre estos desafíos está la diversificación de la matriz energética, que en el caso de nuestro país, busca llegar al año 2020 con un 20% de energías renovables no convencionales, es decir, aquellas en los que el sol o el viento cobran un rol protagónico.
Pero los nuevos escenarios están dados tanto por los desafíos como también por el comportamiento en los precios de los combustibles, las tecnologías para la generación y la demanda energética. La creciente demanda, por ejemplo, ha hecho que Chile mantenga hoy más de una veintena de centrales térmicas, entre proyectos y consolidadas, ya sea con carbón o multicombustibles, como las que se encuentran en la zona centro del país.
La paulatina disminución de la demanda de carbón por parte de los países desarrollados ante sus efectos ambientales, ha encontrado la respuesta en el tercer mundo, que ha incrementado sus requerimientos. Su uso se ve también alentado por la baja en su precio, paradoja que se da ante los bajos costos de explotación y la caída en la demanda de los países más industrializados.
De esta manera, hoy el carbón es altamente atractivo para la generación eléctrica. Su bajo costo de explotación y las mejoras en las tecnologías de control de emisiones lo mantienen como el combustible más usado en la generación eléctrica. De hecho, junto con la industria del acero, la generación es el principal uso que tiene a nivel mundial.
Son estos antecedentes los que establecen escenarios en los que la institucionalidad ambiental debe funcionar en rigor y precisión, y a la vez, describen los desafíos que debe enfrentar el país para conjugar su desarrollo con la sustentabilidad. Una tarea que demanda recursos, convicción, cultura y decisiones de Estado.