Pobladores de campamentos creen que rechazo de vecinos es injusto
molestia. Los habitantes de los asentamientos Caipulli, Puerto Aravena y Ferroviario señalan que son personas de esfuerzo, que han luchado para conseguir la casa propia. Esperan que las autoridades realicen planes de contingencia antes de su arribo al proyecto habitacional en Ovejería Alto.
"Nos hemos sentido discriminados. Pero los vecinos de Ovejería Alto tienen las mismas aprensiones que yo tuve antes de vivir en un campamento y de entender que todos somos personas de esfuerzo".
Con esas palabras, Juan Carlos Díaz (47 años), habitante del campamento Puerto Aravena (situado a orillas del río Rahue) se refiere al rechazo y cuestionamiento que han debido enfrentar las 100 familias provenientes de tres campamentos de la ciudad que serán erradicadas hasta el sector de Ovejería Alto.
Los pobladores, que habitan los asentamientos Caipulli, Puerto Aravena y Ferroviario de Ovejería Bajo, serán trasladados hasta el proyecto habitacional que será construido por el Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) en dos hectáreas de terreno ubicadas a un costado de la Villa Jardín del Alto.
La construcción de las viviendas sociales ha generado diversas polémicas, en abril y diciembre de 2012, los vecinos de la Villa Jardín del Alto manifestaron su malestar precisamente por la llegada al sector de familias provenientes de los tres campamentos.
El argumento empleado en aquella ocasión fue la eventual devaluación de sus propiedades por quedar ubicadas junto a una población social.
Todos somos iguales
El hombre explicó que el proceso que han vivido como familia para acceder a la casa propia ha estado marcado por momentos llenos de alegría, pero también de profunda pena. "Sentir el rechazo sin justificación no es fácil, porque todas las personas que nos trasladaremos hasta nuestra esperada casa tenemos el mismo derecho de mejorar nuestra condición social", dijo Díaz.
Relató que siempre ha trabajado en distintas ámbitos: como garzón, maestro de construcción, chofer, entre otros, pero hace siete años enfrentó la cesantía por un largo periodo "y mi única opción fue vivir en un campamento y descubrí a personas maravillosas que me apoyaron y juntos trabajamos por salir adelante", confiesa.
El campamento Puerto Aravena se formó en la década del '70 y desde entonces ha sido erradicado al menos seis veces. Las familias que alguna vez lo integraron actualmente viven en poblaciones de diferentes sectores de Rahue Alto.
Juan Carlos Díaz cree que los prejuicios sociales son parte del proceso y apuntó al desconocimiento de la realidad de un asentamiento.
"Muchas personas que hoy nos rechazan se cruzan con nosotros en la calle y nunca imaginarían que vivimos en un campamento. La delincuencia es transversal y en los barrios llamados ABC1 existen ladrones de cuello y corbata", explicó el hombre.
Sueño cumplido
Las misma impresión tiene Lidia Aguilar y su hijo Víctor de 12 años, quienes luego de ocho años viviendo en el campamento Ferroviario esperan con ansias la entrega de las llaves de la casa propia.
Lidia contó que su único deseo siempre fue tener un techo propio, por lo mismo arrendó durante años en el sector de Francke. "Llegué a vivir acá porque fue la única salida que tenía y puedo asegurar que nadie está libre de tener que tomar esta opción", dijo.
Para ella ha sido complejo escuchar y vivir el rechazo de un grupo de vecinos que, según sus palabras, actúan con egoísmo y con prejuicio frente a la palabra campamento, sin considerar ni pensar en las personas que allí viven.
"Nosotros queremos aportar al sector, las protestas nos parecen injustas. El proyecto es un hecho y para mí es un sueño cumplido tener un techo estable y no estar pensado casi a diario que nos pueden venir a sacar", comentó la mujer.
Elisa Villarroel vive junto a su hija Fabiola de 16 años en el campamento Caipulli (ubicado a orillas del camino viejo a Río Negro, a la salida de Ovejería) donde llegó hace seis años luego de enfrentar un problema familiar por el cual debió abandonar la casa donde creció en Rahue Alto.
Recuerda que por su hija accedió a un crédito y compró la mediagua que hasta hoy cuida, ya que según señala, fue el primer hogar propio que logró con horas de trabajo en la Feria Libre de Rahue.
"Tener una casa no sólo es cumplir un sueño, es una gran oportunidad para que mi hija tenga una mejor calidad de vida. Es el mejor regalo que puedo dejarle al ser que tanto amo y por quien lucho a diario", explicó emocionada la mujer.
Un barrio mejor
Para el dirigente del campamento Caipulli, Rolando Delgado, las 33 familias que integran el asentamiento y que fueron beneficiadas han luchado por años para conseguir su vivienda propia.
Como dirigentes se han preocupado de rechazar que lleguen más personas al asentamiento, con el objetivo de evitar que los terrenos se mantengan ocupados, labor que describe ha sido difícil. Asimismo, precisó que las personas que accedieron a la casa propia son la mismas que llevan años trabajando y conviviendo en el lugar.
"Yo creo que quienes se oponen a nuestra llegada es un grupo de personas, pero en general los vecinos saben que es una gran oportunidad la que tenemos de lograr una vivienda propia y mucho mejor que la que tenemos ahora", explicó el dirigente.
Agregó que no todas las personas han podido tener las mismas opciones en la vida de acceder a educación y familias más acomodadas, "pero eso no significa que los más pobres seamos personas de malas costumbres", dijo.
Rolando Delgado espera que junto a los dirigentes de la Villa Jardín del Alto puedan construir juntos un mejor barrio. Y que las autoridades trabajen en mejorar el transporte público y facilitar la instalación de jardines infantiles y acceso a consultorios antes que el proyecto concluya.
"Las autoridades tienen en sus manos la posibilidad de realizar el plan de contingencia adecuado para evitar que cuando lleguemos al sector nos acusen como responsables del colapso del transporte y servicios", enfatizó.
Paola Carrasco, dirigenta del campamento Caipulli, señaló que la idea es integrarse al barrio y que las personas beneficiadas están lejos de querer desperdiciar la oportunidad, ya que han luchado bastante para conseguir su anhelo.
"Creo que lo justo es que nos conozcan y después nos juzguen. Por qué las autoridades deben dar explicaciones por nuestra llegada si cuando se construyen otros barrios o villas nadie pide o da explicaciones. Eso es segregación social", argumentó la dirigente.
Agregó que las autoridades tienen mucho que aportar a la integración, dando un plan de contingencia adecuado a todas las áreas sociales.
Ketty Carrasco, dirigente del campamento Ferroviario, siente que todos los argumentos entregados por los vecinos de la villa Jardín del Alto apuntan a discriminación sin dar la oportunidad de conocer el trabajo de los dirigentes y el esfuerzo de los pobladores.
"Todos tenemos la misma oportunidad de mejorar nuestra calidad de vida y cumplir los sueños. Las autoridades tiene una función fundamental de apoyar la integración social en este proyecto tan esperado para las 100 familias", dijo la dirigente.
Tres campamentos serán los primeros en comenzar el proceso de erradicación en la comuna, con el apoyo del Gobierno y la autoridades locales.
2.232 personas
viven en los 19 campamentos ubicados en diferentes sectores de la ciudad. Quince se ubican en el sector de Rahue Alto, tres en Ovejería y uno en Rahue Bajo.
100 casas
construirá el Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) en dos hectáreas ubicadas en Ovejería Alto, a un costado de la Villa Jardín del Alto.
470 millones
de pesos entregará el Serviu al municipio local para que realice los diseños del sector habitacional, sumado al proceso de urbanización total del terreno donde se emplazarán las casas.