Una esforzada mujer, oriunda de Purranque, radicada en la capital y que realizaba labores de aseo en un centro comercial aledaño a la estación Escuela Militar del Metro, ha sido una de las personas más afectadas por el deleznable atentado ocurrido el lunes en Santiago.
Para ella y su familia, sin duda que se trata de un durísimo golpe que además del horroroso momento vivido y las secuelas físicas y sicológicas, traerá consigo una lenta recuperación, que se podría extender por varios meses.
Marta Hernández Ancapán representa el rostro humano de las nefastas consecuencias que traen los actos terroristas, que en este caso han tenido la característica de no sólo tratar de atemorizar a los chilenos, sino también causarle directamente daño. Esto es evidente, al colocarse el artefacto en un papelero ubicado afuera de un restaurante de comida rápida, muy visitado a la hora de almuerzo.
En lo que va del año, se han registrado 28 ataques con bombas. Un hecho similar ocurrió la noche del 13 de julio pasado cuando un artefacto detonó al interior de un vagón de Metro en la estación Los Dominicos, pero en esa oportunidad sólo hubo daños estructurales.
Los autores de estos actos quieren también alcanzar notoriedad para que se hable de ellos, ir contra el sistema establecido, alterar el normal funcionamiento de las instituciones y poner en jaque a las autoridades y a la policía, para demostrar que siempre van un paso adelantado.
Estos ataques contribuyen a deteriorar la salud mental de la población, que piensa qué ocurriría si algún día pasaran a transformarse en víctimas. Por eso, el gobierno se ha comprometido a usar todas las herramientas legales para perseguir a los autores. Pero se requiere no sólo de las autoridades sino también de los tribunales, una actitud muy firme, para no dar una señal de que el costo de jugar con la tranquilidad, la seguridad y la vida de la población es casi cero. Adicionalmente, de los políticos se requiere prudencia y unidad, para entender que enfrentar el terrorismo debe ser una tarea de Estado y que no dependa de los vaivenes de cada gestión gubernamental.