Hace algunos años se ofrece la denominada "compra inteligente" para adquirir vehículos. Consiste en la adquisición de un vehículo, pagando un pie del 20% y un 30% en 24 o 36 cuotas. Una vez transcurrido el vencimiento de la última cuota se decide renovar, devolver o conservarlo y, dependiendo de esta decisión, se procede al pago o refinanciamiento del monto que corresponda.
Si opta por renovarlo, debe entregar el vehículo antiguo, cuyo valor debe ser como mínimo aquel garantizado en el contrato (VRG). Con dicho monto, se paga el vehículo anterior y la diferencia sirve como pie para el nuevo (otra vez del 20%).
Otra posibilidad es conservar el vehículo, ejerciendo la opción de compra que corresponde a la cuota 25 ó 37 que representa lo que queda por cancelar. Este valor se puede pagar de una vez o desagregarlo en varias cuotas.
Y por último puede devolver el vehículo, con lo cual se da por cancelada la deuda. Esto siempre y cuando esté al día con el crédito y cumpla con las estipulaciones del contrato respecto al estado del vehículo.
El argumento más fuerte de las empresas financieras es que el cliente siempre tiene un vehículo nuevo, y las cuotas que paga por ello son muy bajas. La realidad es que con este sistema de financiamiento la automotora cautiva al cliente y en el plazo de dos (o tres) años sólo cobra la mitad del vehículo, razón por la cual la cuota es más baja comparada con un sistema de crédito automotriz tradicional.
Transcurrido este plazo, el cliente se queda sin auto, paga el saldo que resta manteniendo el vehículo, o se endeuda nuevamente con un nuevo crédito. De lo anterior, se observa que el principal beneficiado es la automotora, pues al ofrecer este sistema fideliza a sus clientes mediante créditos rotativos. En caso de devolución del auto por parte del cliente, puede revenderlos a un precio más conveniente, ya que en dos años de uso la depreciación del vehículo aún es baja, y las 24 (o 36) cuotas que cobró se traducen prácticamente en un arriendo.
Si está evaluando esta forma de financiamiento, considere ventajas y desventajas, ya que una vez que optó por él, es difícil dar pie atrás. Es importante poner atención en las cláusulas del contrato, sobre todo las que respectan al estado del vehículo en el caso de la devolución o renovación. Por último, evalúe un crédito de consumo en la banca tradicional, que si bien parecerá tener cuotas más altas, permitirá que, finalizado el plazo del crédito, el cliente cuente con la propiedad del vehículo en un 100% y pueda decidir libremente qué hacer con él.
Karin Bravo Fray