'Queremos formar un banco de alimentos para no tener la complicada dificultad de tener que salir a golpear las puertas de los vecinos para preparar los almuerzos de más de 1.200 beneficiarios vulnerables y cesantes', comentó el sacerdote Carlos Huenupi, encargado de la parroquia San Leopoldo Mandic, ubicada en la población Las Vegas en Rahue Alto.
Ello, tras señalar que este año se rebajó la subvención municipal de $3 millones a un millón de pesos que se asignaba para esta labor, lo que ya ha causado dificultades de presupuesto para entregar las raciones de alimentos a las personas vulnerables del sector.
El religioso indicó que si el dinero se traduce al costo real de cada almuerzo que reciben los 1.200 beneficiarios, al mes se genera un gasto de un millón 800 mil pesos, de manera que su objetivo, por ahora, es reunir un stock de alimentos para enfrentar sin mayores problemas la preparación de los alimentos y continuar con esta labor que ya lleva más de 30 años.
'Nuestra ayuda está basada en el aporte de amigos e instituciones de la ciudad, pero necesitamos más aportes para continuar con nuestra silenciosa obra de ayuda a personas que están enfrentadas a una desigualdad social', dijo el sacerdote rahuino.
Mientras degustaba un apetitoso plato caliente de lentejas con fideos, Pedro Alegría, quien vive en el campamento Por un Futuro Mejor, se mostró agradecido por la oportunidad de recibir un plato de comida de lunes a viernes en el comedor Tomás XXIII en la parroquia San Leopoldo Mandic, porque está cesante y sufre de una enfermedad al pulmón.
'Así uno puede ahorrar el poco dinero que recibe, por lo que estoy agradecido del trabajo de las voluntarias y de la iglesia de mantener este comedor solidario para quienes tenemos muy poco', dijo Alegría, quien hace un año es uno de los más de mil beneficiarios de las raciones de alimentos.
Por su parte, José Remigio Pichuncheo, de 42 años, quien también está cesante y es beneficiario del comedor, comentó que 'el plato de comida que nos dan a diario es una bendición de Dios. Estamos muy agradecidos'.
A sus 76 años, Ulda Gutiérrez forma parte de las voluntarias del comedor y todos los jueves se reúne con otras dueñas de casas a preparar los alimentos.
Por su parte, Nela Díaz, quien hace 8 años trabaja como voluntaria para preparar una vez a la semana el almuerzo en el comedor solidario, asegura que se necesita más ayuda para las raciones de alimentos, 'ya que muchas veces tenemos que recurrir al vecindario para juntar los productos para el almuerzo'.
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