Cuando se habla de emprendimiento, muchas personas asocian este concepto con la creación de una empresa. Sin embargo, emprender va más allá de eso. Comprende una actitud de vida que permite identificar oportunidades y tener iniciativa para adelantarse a los cambios y ser capaz de adaptarse a éstos. Se manifiesta de diversas formas: creando un negocio propio, generando empleo o auto sustento; aportando valor a una institución o proceso productivo, rol que se denomina técnicamente intraemprendedor, o generando iniciativas que impacten positivamente la vida de otros en ámbitos como el social, medioambiental y cultural.

Las ventajas de formar para emprender son muchas, porque el emprendimiento mueve la economía local, pero muy especialmente, porque es un factor de competitividad y como tal, permite que nos adelantemos preparando a los jóvenes para responder a este perfil y que tengan más y mejores oportunidades.

¿Por qué es un desafío formar para generar una actitud emprendedora? Porque significa gestar un cambio no sólo curricular sino de método en que lo teórico y lo práctico son parte de un mismo camino. ¿Y por qué vale la pena apostar por esta manera de educar? Porque una formación emprendedora, da como resultado jóvenes más activos, innovadores, capaces de crear proyectos personales, que descubren, crean y concretan de manera eficiente y efectiva, respuestas para necesidades del mundo cotidiano. Son profesionales y técnicos con una identidad que les diferencia de su competencia y que les agrega valor porque su propuesta de solución es reflejo del espíritu emprendedor del joven.

Nuestra provincia cuenta con variadas oportunidades de negocios, que requieren de expertos que las identifiquen, que las transformen para que sigamos creciendo de manera sustentable. Los futuros emprendedores son la llave maestra para conciliar ambos enfoques. Los necesitamos. Estamos trabajando con ellos para alcanzar esta meta. Mientras antes comencemos incentivando el emprendimiento en los niños y jóvenes, aumentará la probabilidad de que ese pequeño o pequeña sea un adulto motivado, que visualice posibles escenarios y que los aproveche para ser un emprendedor. De allí la importancia del rol que cumple la educación en este plano.

Las instituciones académicas y educativas tenemos el desafío de guiar a las futuras generaciones para sacar lo mejor de sí, que aprendan y se empoderen de este papel.

Son recurrentes las informaciones acerca del alto consumo de alcohol por parte de jóvenes y la forma temeraria de conducir vehículos cuando se encuentran en estado de ebriedad, a veces con consecuencias fatales.

Según expertos, en las causas que llevan a los jóvenes al alcohol y a actuar violentamente se conjugan varios factores, entre los cuales está la baja autoestima, la escasa percepción de riesgo, un medio familiar disfuncional, o la necesidad de aceptación y pertenencia a determinados grupos, ante el abandono de los padres. En el caso preciso del abuso del alcohol, la ingesta y el modo de hacerlo de los pares es otro detonante, así como la facilidad de acceso a la droga lícita que hoy tienen los adolescentes.

Todo lo anterior amerita que los padres se involucren en la vida de sus hijos, de modo que sepan y conozcan con quiénes se juntan y qué hacen cuando no están en el hogar. Pero también es relevante, ante un inminente plan de gobierno para modernizar y mejorar la calidad de la educación, poner el acento en iniciativas de carácter preventivo, como sería una estrategia de apoyo integral con el aumento de orientadores en los colegios y la coordinación de los esfuerzos del personal docente y paradocente con el de los apoderados.

Hay que reiterar, no obstante, que el mayor esfuerzo debe concentrarse en la familia. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) indicó hace unos años que sólo el 15% de los chilenos pensaba que la familia era un lugar de amor, mientras el 24% lo consideraba un refugio para los problemas; otro 28% la veía como una fuente de tensiones y problemas, mientras que un 31% la estimaba como una institución en crisis.

Por otra parte, las diversas encuestas que se conocen sobre el alcohol revelan que algunos jóvenes se inician a edad cada vez más temprana en la ingesta, así como en el consumo de drogas.

Esto debe servir como un tema a analizar para padres y profesores en los establecimientos educacionales. También para la clase política, que debe finalmente legislar sobre estos asuntos.