Debate en torno a la alerta sanitaria
Luego de la difusión de las características que en Osorno tienen las restricciones al uso de leña para los días en que se decrete alerta sanitaria por contaminación del aire, se ha generado un intenso debate acerca de la prudencia de esta medida y los efectos reales que puede tener en la salud de la población. Ha sido, sin duda, una discusión necesaria y comprensible, debido a la sorpresa que para muchos causó la aplicación de una prohibición de este tipo en una ciudad como Osorno.
Sin embargo, llama la atención el hecho que a nivel público se mantenga un gran desconocimiento de lo que hay detrás del fenómeno de la alta polución del aire, así como -en este caso en particular- lo que significa la aplicación de una Alerta Sanitaria Ambiental.
Lo primero que se debe aclarar es que la puesta en marcha de estas restricciones obedece -directamente- a una disposición de la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, quien en el marco de las 56 medidas de los primeros 100 días de su Gobierno, emitió el 2 de mayo último un decreto para descontaminar las ciudades del sur con mayores problemas en esta materia, entre ellas Osorno.
Luego de esto, continuó la formación de un Comité Regional, que definió la forma en que se aplicaría la Alerta Sanitaria Ambiental en aquellos días en que la alta presencia de -material Particulado fino (conocido como MP 2.5 y producido en la zona sur principalmente por la mala combustión de leña en los domicilios) genere la sospecha de un riesgo potencial para la salud de la población.
Todo esto, en el entendido que el MP 2.5 está compuesto por partículas respirables que debido a su pequeño diámetro pueden penetrar por el sistema respiratorio llegando a los alvéolos pulmonares y a la sangre. Estas partículas pueden contener elementos nocivos y tóxicos para la salud humana.
Es totalmente comprensible que la restricción a la leña cause molestia e inquietud, sobre todo por el alto grado de desinformación existente en la población. Y en eso, sin duda que hay muchas tareas pendientes. Pero no se puede desconocer que el origen de las restricciones obedece también a un bien superior: la preocupación por la salud de la población.