La realidad indica que un año de alta pluviometría no es suficiente para hacer frente al creciente déficit hídrico.
La Región y el país deben invertir fuertemente en sistemas de acumulación de agua, ante una sequía siempre creciente.
Las aguas caídas en los últimos días, y los vaticinios ante la posible presencia de "El Niño", que marcaría las condiciones climáticas de 2014, provocando fuertes lluvias, hacen pensar en la posibilidad de salvar momentáneamente el déficit hídrico que se ha hecho recurrente incluso en nuestra zona sur.
Sin embargo, la dura realidad indica que lo anterior no será suficiente para terminar con tal situación.
En efecto, el director ejecutivo del Centro de Información de Recursos Naturales estima que no hay indicios suficientes como para asegurar que "El Niño" estará presente en nuestra geografía marítima y, más aún, se necesitarían tres años consecutivos de este fenómeno para conseguir el objetivo de hacer frente al déficit hídrico.
La temperatura marina ha crecido en un grado y es ello lo que hace pensar en un buen augurio, pero en el fondo no es posible confiar en estas variables para solucionar el problema que pende sobre los rendimientos agrícolas.
La disponibilidad hídrica ha cambiado muchísimo en las últimas décadas y es el hombre el que debe prepararse para enfrentar la desertificación con obras que permitan capturar y retener las aguas del otoño-invierno-primavera para ser utilizadas en la época estival.
Hoy escuchamos cada vez con más frecuencia la frase "que el agua no termine en el mar sin provecho para nadie". Sin embargo, muy poco se ha hecho -salvo anuncios- para que ese líquido quede a disposición de los agricultores, en especial los pequeños y medianos que no tienen espaldas financieras como para soportar años de malas cosechas, baja producción lechera o menos kilos de carne en sus animales.
El nuevo ministro del ramo ha dicho que se necesita inversión pública y privada, y ello es innegable; agregando que en el futuro habrá incluso menos disponibilidad de agua, razón más que suficiente para apurar el tranco y financiar los más diversos sistemas de acumulación de precipitaciones que recorren los territorios sureños en gran cantidad para perderse en el Pacífico.