Las experiencias que nos han dejado en Chile las catástrofes sísmicas han mejorado las alertas preventivas y acentuado la cultura social ante estas emergencias.
Las instituciones clave en el trabajo preventivo, tales como la Onemi y el SHOA de la Armada demostraron haber aprendido del 27/F, con un trabajo coordinado, efectivo e inmediato.
Chile es un país sísmico. Una frase muchas veces escuchada, pero hasta ahora pocas veces asumida por la ciudadanía en general. Sin embargo, poco a poco, las catástrofes históricas de 1939 que destruyó Chillán, el terremoto de 1960 en Valdivia, el de 1985 en Santiago y finalmente el 27 de febrero de 2010 en Cobquecura han ido entregando lecciones duras pero valiosas acerca de la necesidad de adoptar una conducta personal y social para enfrentar estos fenómenos de la naturaleza con mayor sabiduría, actitud y preparación.
El terremoto que la noche de este martes afectó a la zona norte de Iquique, Arica y Parinacota, con una magnitud de 8,2° en la escala de Richter mostró que la preparación a la que había sido sometida la comunidad en espera del "gran terremoto del norte" fue exitosa. En gran medida, la comunidad actuó como se esperaba, con calma y atendiendo a las indicaciones de la autoridad, sobre todo cuando se inició la evacuación de las costas. Por su parte, las instituciones clave en el trabajo preventivo, tales como la Onemi y el SHOA de la Armada también demostraron haber aprendido del 27/F, con un trabajo más coordinado, efectivo e inmediato para movilizar a 972 mil personas.
Tres millones y medio de equipos celulares recibieron por primera vez la alarma del Sistema de Alerta de Emergencias con la frase "SHOA establece evacuar a zona de seguridad", tanto en las zonas directamente afectadas por el terremoto como en la costa de Chile, lo que funcionó como se esperaba. Esta medida estaba operativa desde enero de este año por iniciativa de la Subtel y la Onemi.
Si bien las autoridades deberán evaluar cómo funcionaron y en qué fallaron los protocolos para avisar a la población y detectar los peligros -como por ejemplo en el caso de Arica donde las alarmas no sonaron debido a que la licitación de este servicio está paralizada hace un año-, preliminarmente el Gobierno felicitó a los habitantes del norte por haber demostrado una actitud madura frente a la emergencia.
Así también la Unesco, que ha hecho un trabajo en Chile para preparar a las comunidades ante el riesgo de tsunamis, reconoció que la situación ha mejorado mucho desde que el 27 de febrero 2010 afectó a Chile. "Las estrategias de preparación y mitigación de desastres están dando sus frutos, las poblaciones locales están bien preparadas; la cooperación regional es efectiva; los mecanismos de alerta y respuesta son eficientes", advirtió el organismo.