Derecho a la vida
"Es obligación moral y espiritual informar a los ciudadanos lo que sustentan las candidaturas".
Actualmente nuestra nación se prepara para una nueva elección presidencial. Ambas candidatas tienen un liderazgo incuestionable, son capaces, están determinadas a cumplir exitosamente sus propuestas, tienen experiencia en la arena política, pero cuando entramos en la temática valórica hay evidentes diferencias que un cristiano fiel a Dios y con profundas convicciones bíblicas no puede permanecer insensible. La señora Michelle Bachelet dentro de su programa manifiesta estar de acuerdo con el "aborto terapéutico" el cual es un pretexto para darle un asidero legal al crimen. No necesito ser profeta para vaticinar que una ola de abortos surgiría, pues en el quirófano los textos legales son papel mojado. La señora Evelyn Matthei, que otrora se manifestó dubitativa en relación al aborto, hoy tiene una posición clara y un compromiso en defensa de la vida y del matrimonio de un hombre y una mujer, tal como está diseñado en la Biblia.
Los que están a favor de los derechos de la mujer, y que sostienen que ella es la dueña de su cuerpo, y es quien determina la vida o muerte de esa criatura que está en el vientre materno, están equivocados. El aborto nunca es un acto de pocas consecuencias morales. La vida prenatal no debe destruirse. Quienes justifican el crimen de un ser cuyo corazón ya late a los 18 días de su concepción, dan una clara señal del desprecio de la vida humana. Ignoran la dignidad de la vida.
Es difícil pedirle a un gobernante que no cree en Dios que valore los preceptos divinos. Pero es obligación moral y espiritual informar adecuadamente a los ciudadanos lo que sustentan las candidaturas.
La dudas que surgen: ¿Qué está primero? ¿los temas morales o la justicia social? La conducta es la manifestación de nuestros valores. Si subestimamos a Dios y sus leyes, el caos moral trae juicios divinos y derrumbe de los programas económicos. Observe España, con excelentes propuestas sociales, su inmoralidad y corrupción tienen a una potencia mundial en crisis.
La Biblia dice: "Y el que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado" Santiago 4:17.